Diario de máscara

23 de abril de 2023.

¿Os imagináis un pájaro con ornitofobia? Es decir, un pájaro con miedo a los pájaros.

¿En qué consistiría su existencia? Porque no podría acudir a los lugares habituales de aprovisionamiento, ya que estos se encontrarían atestados de semejantes a los que, por un cruel giro de su fenotipo, mostraría aprensión. Se vería obligado a variar todos los parámetros de su conducta para poder sobrevivir, dado que sus congéneres, lo quisieran o no, no mutarían un ápice su comportamiento. Me puedo imaginar a un tímido gorrión buscando miguitas donde no pareciese plausible encontrarlas, y a varios afines siguiéndole el rastro, suponiendo que el primero rastrea con acierto y persiguiendo así una inexistente recompensa mientras incomodan y perturban con su presencia al desdichado explorador. Me imagino una apocada paloma, una habitante más del parque, agobiada por el tumulto que el resto de sus compañeras forman alrededor de benjamines bípedos implumes que se acercan a ellas ofrendando deliciosos granos de maíz. Coartada por tal barahúnda, aislándose del escándalo e intentando trovar algo de sustento en latitudes diferentes del jardín urbano. E imagino a un retraído tordo observando con pena y rabia la danza coral de su bandada, contemplando como los ciento cincuenta miembros de su cáfila acarician el aire, sintiendo la libertad en todo su esplendor, en comunión con ellos mismos y en plena conexión con la madre naturaleza, mientras el turbado componente, que también ansiaría experimentar toda esa avalancha de sensaciones, se margina por miedo al resto de sus iguales. Me puedo imaginar lo triste que sería la vida de ese gorrión, lo ardua que resultaría la existencia de esa paloma, la impotencia que padecería ese tordo en todas y cada una de las ocasiones en las que fuese testigo del milagro aéreo que sus congéneres logran ejecutar por la mera carencia de pavor hacia sus análogos.

Me puedo imaginar todo eso porque yo también lo siento. Siento la tristeza de ese gorrión, siento las dificultades de esa paloma, siento la más preclara y pura impotencia del indefenso tordo, cuyos ojos dan fe de cómo sus semejantes pueden entregarse al frenesí mientras él desfallece ante el mero pensamiento de compartir el vuelo con otra ave.

Puedo sentirlo porque vivo rodeada de personas.

Puedo sentirlo porque tengo miedo a las personas.

No sé muy bien cómo sobrevivo, la verdad. Quizá sería más correcto decir que no recuerdo de qué manera conseguí crear una pequeña cuadrilla de seres humanos alrededor con los cuales puedo mantener contacto sin sentirme demasiado incómoda; de hecho, ni siquiera entiendo de qué inescrutable forma alcancé a establecer vínculos con nadie. Solo sé que los demás me dan miedo. No un miedo como para salir corriendo, aunque esa nunca se me ha antojado una reacción descartable. Es un constante estado de alarma y desasosiego, es un crescendo de ansiedad, es una avalancha de pánico… es mi cita diaria con la vida.

Sobrevivo gracias a mi máscara: como si fuese el eslogan de un manido anuncio, nunca salgo de casa sin ella. La necesito tanto como respirar, y, al igual que dicho acto reflejo, se manifiesta de manera automática. No me confiere invisibilidad, ni confianza, ni determinación, sino más bien un halo de antipatía, una patente hostilidad reflejada tanto en mi semblante como en mi actitud. Su inexorable consecuencia es el rechazo de todo aquel que osa arrimarse a mi vera. No concede oportunidad para una charla casual, mucho menos para una trascendental, y se evidencia del todo inmune al flirteo. Mi máscara de persona hostil me defiende de quienes me dan miedo, lo cual, con honrosas excepciones, incluye la práctica totalidad de la población mundial.

No me protege de sus opiniones, claro. No me resguarda de su menosprecio real cuando sienten mi menosprecio fingido, y ya he dado por hecho que nunca será la última vez que escuche a un supuesto galán mascullar entre dientes un hiriente vilipendio en cuanto mi máscara despacha su atisbo de cortejo sin miramientos. Por mucho que pueda yo juzgar como atractivo al mentado pretendiente, dicho sea de paso. El desprecio que produzco, aun a sabiendas, cala en mi ánimo, me aturde, me entristece, me hunde… aunque dicha magnitud no sea comparable al terror que me provoca la expectativa de ese contacto humano. Así pues, es un desdén que me gano a pulso. Es tanto mi objetivo como mi sentencia.

Mi máscara es mi héroe y mi villano, todo a la vez.

O quizá sea yo la villana de mi máscara, condenándola a recaudar desplantes tan solo para proteger a la indefensa damisela que me siento. Soy mi propio cliché machista. Soy mi propia condena. Soy mi propia maldición.

Soy el tordo que llora porque no se permite volar.

Buenas noches, máscara. Nos vemos mañana.

Nos veremos siempre.

Ganador abril XI Concurso de Relatos Breves de Cornellà de Llobregat/Projecte LOC

********************

Pues resulta justo apuntar que llevaba varias semanas bastante frustrado a nivel literario, dado que, si participas en certámenes y perece el mes de abril, cuando se condensan la mayoría de fallos de concursos asumibles para los mortales normalitos en eso de juntar letras en torno a la fecha del día del libro, que tu casillero de triunfos permanezca en blanco queda bastante feo para la moral. Mas ha acontecido que, de súbito, casi dos semanas después de concluir el citado mes, un alma caritativa nos hace llegar el aviso de que era broma, de que sí se había ganado algo de abril aunque no en abril, pues dicho veredicto siempre corresponde a mayo (algo así como cuando se celebra la Feria de Abril a partir del Día del Trabajador: algo que, aunque no comprendas el motivo, lo festejas igual porque es lo que toca). Y como es la mejor excusa que se nos ocurre para actualizar este blog moribundo, abandonado pero con estertores esporádicos, cual acerado correveidile tengo a bien exponer, sin rigurosa exclusiva ni nada parecido, el relato ganador de la convocatoria mensual concebida en la cuna de vuestros adorados Estopa.

También resulta lícito mentar que no daba un duro por Diario de máscara, de verdad os lo digo. Agarré un par de miedos que tenemos por casa, los agité dentro de una coctelera y lo redacté como una entrada de diario personal con un registro que nunca emplearía en un diario personal. No creí que tuviese muchas posibilidades, máxime cuando los relatos a los que sí les veía enjundia habían fracasado en el resto de certámenes. Pero mira, igual nos podemos llevar esto a frases motivacionales de 1º de coaching (o de Mr. Wonderful, o yo qué sé) y proclamar que si lo deseas mucho se hará realidad, «si te caíste ayer, levántate hoy», «avanza con confianza en la dirección de tus sueños», «quien a buen árbol se arrima, mal rayo le parta», «Lázaro, levántate y anda», «si un día viajas en el tiempo no toques nada, porque el menor cambio puede tener graves consecuencias en nuestro presente», y creo que me he perdido hace un rato con lo que quería decir… aunque, como ya no recuerdo qué era, no resulta mayor problema.

El caso es que hemos vuelto a actualizar el blog de LCDOM, lo cual constituye una supina alegría para todo el Otro Mundo, y me gustaría finalizar aprovechando esta ocasión para resolverle cierta duda (aunque sea de forma parcial) al bueno de Joaquín Sabina, que se la lleva preguntando muchas décadas ya: con respecto a la convocatoria mensual del certamen de Cornellà, quien te ha robado el mes de abril he sido yo.

44 comentarios en “Diario de máscara

    1. Sinceramente agradecido por lo que me toca. Mucha gente porta una máscara; hay quien solo requiere un antifaz transparente y también quien necesita un blindaje pesado para enfrentarse a la existencia, mas de algún modo hay que arrostrar la vida.
      Gracias de nuevo por los cumplidos y la visita, ¡saludos!

      Me gusta

    1. Pues si le dabas el premio a este relato que es el ganador mensual de la convocatoria de este certamen, deberíamos infiltrarte en el jurado del veredicto anual en el que participará este con el resto de ganadores mensuales. En fin, ha falta de un plan para internarte como miembro, le pondremos velas a algún santo.
      Gracias por la felicitación y la visita, ¡un saludo!

      Me gusta

  1. Muchísimas felicidades por ese premio, lo primero.
    Y después decirte que me ha encantado.
    No me extraña que ganara.
    Lo has expresado muy bien, haciéndonos comprender lo que es la agorafobia.
    Cualquier problema es muy serio y muy duro para el que lo vive, pero este, es que además te aisla del mundo.
    Gracias por compartir.
    Un abrazo 🤗🌷

    Le gusta a 1 persona

    1. Pues muchas gracias por lo que me toca, siempre es una alegría que valoren un trabajo en el que tanto mimo se deja uno.
      Por otra parte, y aunque la agorafobia comprende ese miedo a las multitudes, mi intención era expresar las dificultades de quien padece fobia social, a quien enfrentarse a una sola persona ya se le hace cuesta arriba. De todas formas, tanto una como otra suscribe tu reflexión final.
      Gracias de nuevo por pasarte y comentar, ¡un saludo!

      Le gusta a 1 persona

  2. Noiet! Juer, no? Qué bonita la ornitofobia! y la hornitofobia o la microfobia? Gracias por pasar!
    Es extraño que hoy llegue este texto a mí. Ayer me preguntaron si tenía agorafobia pasiva… jajaja… sí y agresiva también, sin máscara aunque sea más cara que la otra. Felicidades por el premio, por supuesto!
    Salud-os!

    Le gusta a 1 persona

      1. No pienso renunciar a lo de mente sencilla, no sea que después se me requiera para una tarea compleja y no me dé la psique para tanto. Por ejemplo, la relación entre jundias y enjundias: es un tema que no acabamos de ver claro por aquí, y no hay bibliografía al respecto.
        La conclusión es: ¡gracias de nuevo!

        Le gusta a 1 persona

  3. Cuando he empezado a leerte he pensado, pobre pajarito, luego me he adelantado a tu texto y he pensado que, de alguna forma, todos tenemos un poco de ese miedo… Más que miedo, al menos en mi caso, algo que definiría como «extrañeza», el no saber nunca cómo aproximarte, qué decir o pensar…

    Y sí, la solución obvia es la máscara, morderte los labios para no decir lo que piensas, sonreír y asimilar todo lo que ves para ver si logras aprenderte las reglas de una puñetera vez….

    Enhorabuena por el premio, eso siempre alimenta el ego y viene bien.

    Le gusta a 2 personas

    1. Pues como comentas, todos tenemos nuestros propios miedos, más o menos complejos, más o menos sutiles, más o menos obvios, y confeccionamos nuestras máscaras a medida para conseguir encontrar un equilibrio entre nuestro miedo y la vida. Pero es difícil comprender cuán pesada es la mochila del prójimo, y tampoco es sencillo empatizar cuando el resto no entiende la nuestra.
      Gracias por la visita, comentario, felicitación, ¡por el pack completo!

      Me gusta

  4. Hola, un poco tarde pero seguro (para sumarle frases de Mr.Wonderful a la colección) estupendo relato y muy cercano porque es un tema que en mayor o menor medida nos afecta, nunca se sabe que se oculta detrás de una actitud hostil o evasiva y expusiste un interesante retrato psicológico, punto a favor por el comienzo. Creí que se iba a tratar de palomas revolucionarias proclamando la vida contemplativa jaja. Me alegra que resultara ganador, espero que sigan actualizando esporádicamente el blog a medida que más relatos así surjan o sino publica todos los que no ganaron que aquí los recibiremos con cariño. Saludos :-

    Le gusta a 1 persona

    1. No arribas ni un poco tarde, ni un mucho tarde, ni un nada de nada tarde: después de lo desatendido que tenemos el blog, que os sigáis acercando en cualquier momento ya nos parece demasiado bueno. ¡Viva vosotros!
      Lo cierto es que jamás se planteó la idea de las palomas revolucionarias, pero oye… un relato puede versar sobre cualquier cosa, quizá esta sea la semilla de otra narración (a no ser que el pájaro se coma la semilla, claro).
      Gracias por la visita, el comentario y todo junto, siempre. ¡Saludos!

      Le gusta a 1 persona

  5. Jo, se me ha ido un comentario a la mitad. No sé si te aparecerá por ahí.
    Decía que tú no darías un duro por él, pero a mí me parece muy bueno. Has escogido un tema delicado, porque es grave para quien lo padece y menospreciado por gran parte de la sociedad. Lo has transmitido con respeto y sin buscar la lágrima fácil.
    ¡Enhorabuena!

    Le gusta a 1 persona

    1. Pues no aparece medio comentario colgando de ninguna parte; que es una lástima, por otra parte. ¿A quién no le gusta ver el ‘Cómo se hizo…’ de algo que se hizo?
      Pues eso, que encontrar un equilibrio entre el miedo y la vida no es sencillo, pero hay miedos que se pueden evitar en la mayoría de las ocasiones y otros que no, como es el caso. Además, si alguien le dice a otra persona que tiene miedo a los pájaros, a esta no se le ocurre meterle en un aviario de buenas a primeras para que vea que ‘no te va a pasar nada’, mientras que con la fobia social no hay muchos miramientos: es normal que tengas nervios, pero aún así te voy a obligar a que te sometas a una exposición en público, a una cena con mis colegas, a la comunión de mi sobrina, porque ‘no te va a pasar nada’.
      Como tantos otros problemas, la fobia social no hay quien la entienda mientras no tenga al lado a alguien que la padezca y haya experimentado en primera fila una buena crisis de ansiedad.
      Muy agradecido por sus palabras a la SRT que transita por el Otro Mundo. ¡Un saludo!

      Le gusta a 1 persona

  6. Pingback: Tempus fugit – Las crónicas del Otro Mundo

Deja un comentario