Biblioeternas Públicas

¡Menos mal que las bibliotecas no poseen este aspecto! Y evidentemente no podrían, dado que para ello tendrían que quedar huérfanas de usuarios, y los estudios actuales demuestran que las bibliotecas son las instituciones mejor valoradas por sus contemporáneos, y si visitáis el enlace podréis leer afirmaciones tan contundentes como “Según el «Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2021», los españoles les otorgan un 8,2 sobre 10. Por eso, los expertos afirman la importancia que estas instituciones tienen en la sociedad y que cada vez irán teniendo mayor relevancia en el conocimiento”. Todo va bien en nuestras bibliotecas.

A no ser que nos dé por cometer una locura en los tiempos que corren, en los que se prefiere buscar noticias que se adecúen más a nuestra ideología y encontrar una realidad a la carta que nos apetezca más: sí, la vesania de la que hablamos es contrastar la información. No hace falta irse muy lejos, con interesarte por la situación de la biblioteca en tu pueblo sobra, y, si esta no está mal, comprobar si la del vecino es igual de aceptable. Y ya que en el Otro Mundo lindamos con la capital de provincia, leamos que tal le va a la biblioteca por allí:

¿Qué brujería es esta? ¿Cómo es posible que la segunda foto que adorna esta entrada produzca más escalofríos que la primera que abre el post? Y, sobre todo, ¿cómo puede ser que los dos artículos que hemos enlazado se antojen antagónicos? Bueno, esa última es sencilla: puede ser que las noticias fuesen publicada en épocas distintas.

La verdad es más chunga, porque podéis comprobar que no hemos hecho trampa: ambos artículos están fechados en mayo del presente 2022.

Si habéis tenido a bien aprehender ambas informaciones dispuestas, habréis llegado a la conclusión de que está ocurriendo aquí y ahora, de que se puede dejar morir a la institución mejor valorada por los ciudadanos. No es una realidad a la carta, es una realidad a secas: siempre existirá una excusa para dejar sin financiación a una biblioteca, y una biblioteca con cero recursos acabará siendo, a medio plazo, una biblioteca con cero usuarios, y una biblioteca con cero usuarios, de forma instantánea, dejará de ser una biblioteca. Y es que estos centros no tienen un tangible que justifique su existencia: que una estadística exponga que tropecientos mil doscientos veinte coma tres ciudadanos utilizan de media la biblioteca al año no demuestra de forma fehaciente ningún retorno a las arcas que las ha sufragado, y no se puede demostrar que alguien haya logrado un título universitario gracias a la información y horas que se ha pasado en la misma, ni se puede demostrar que otro haya podido permitirse renovar un electrodoméstico a pesar de ser adicto a la lectura porque no se ha visto obligado a gastarse ni un solo euro en los cien libros que ha leído gratis estos últimos años, ni se puede demostrar que alguien asevere ni por un solo instante que, si no tuviera a mano ese recurso, la vida, en este caso, la de esa persona concreta, sería mucho peor.

En fin… entonces ¿qué hacemos? ¿Le quitamos presupuesto a la salud o la escolarización de los conciudadanos para comprar unos cuantos ejemplares?

Los recortes en educación y sanidad son trágicos, TRÁ-GI-COS, y no restaríamos un solo euro de los mismos para dedicarlos a la institución mejor valorada. El problema es anterior, de hecho: cuando los recortes llegan a educación y sanidad, la institución mejor valorada los ha padecido en primer lugar. La biblioteca habrá cerrado muchos meses antes de que en el hospital le digan al acompañante que los pañales hipoalergénicos que utiliza la paciente se los tiene que traer de casa, porque el hospital no tiene presupuesto para más de un tipo y no es el que la anciana necesita (que esto, lo creáis o no, también pasa).

La cosa no pinta bien. ¿Qué podemos hacer?

No lo sabemos.

¿Podemos hacer algo?

No lo sabemos.

Joder… ¿de verdad esto es una entrada para celebrar el Día de la Biblioteca?

Pues sí.

De verdad, no sabemos, no alcanzamos a entender en toda su profundidad, la suerte que tenemos de poder contar en nuestro entorno con bibliotecas públicas, con esos hermosos y cercanos templos del saber, con esas fastuosas instituciones de la memoria, con esas estanterías repletas de historias, con esas ridículas cuatro láminas de cartón pegado con formas coloridas en la sala infantil que tanto hacen sorprenderse y sonreír a nuestros hijos, con ese periódico gratuito que mueve a ese jubilado que enviudó hace cuatro años a vestirse y salir de casa. El opositor todavía no se ha dado cuenta de que en una biblioteca se pueden sacar libros, pero visita todos los días la sala general porque concentrarse en otro lado es más complicado. El adolescente retraído ni siquiera murmura una palabra, pero ha leído toda la saga de Harry Potter porque está allí. Al loco de la ciencia ficción no le queda otra, porque todos los autores referentes han tenido una trayectoria prolífica y él no es ningún millonario. El padre quiere que su hijo lea clásicos porque el nene “no lee nada, y a ver si va empezando”, y un Verne o un Stevenson, como en su época, tendrían que aficionarlo; el otro padre, por el mismo motivo, pregunta por Astérix y Tintín. La señora quiere novelas de la guerra civil, parece obsesionada con dicho periodo, pero tras leerse todas las de la sala pregunta por alguna otra cosa que le pudiera gustar, y se acaba llevando historias de todas clases, porque no siempre está en el mostrador la misma persona y cada uno le aconseja un género distinto. Otra señora, más mayor, volverá mañana cuando esté “la chica de siempre”, porque “ella sabe lo que le gusta” y no va a permitir que alguien que no sea “la chica de siempre”, así se junte el cielo con la tierra (¿?), le aconseje qué novela llevarse. Por descontado, más tarde o más temprano aparece la persona que demanda libros de un autor que no existe, dada que su existencia la demuestra que ya se ha llevado varios libros de ese autor que, remarquemos, no existe. El señor mayor que viene de vez en cuando es ecléctico en sus intereses, y por eso es un fiel intermitente: de súbito se cuestiona un tema del que desea (o de repente necesita más que el aire) instruirse más, así que investiga un poco o se va directo a la sala de préstamos, hasta que se agota la documentación relacionada o su preocupación por dicho asunto. Acaba de morir un escritor conocido, y sus obras comienzan a prestarse sin mesura en todos los mostradores por todo tipo de usuarios; unos agotarán la colección disponible, otros no pasarán del primer tomo al que decidieron darle una oportunidad. Los influencers han tomado el mercado editorial, y una nueva remesa de impúberes usuarios incondicionales ha decidido que también desea prestarle atención incluso en esa arcaica forma de comunicación que conforman la tinta y el papel (ojalá se fijen en algún otro libro de la sala, confiemos en ello…). Al acecho los cazadores de certámenes literarios nacionales archiconocidos, más os vale tener el último Premio Planeta, Primavera, Nadal, Azorín, evidentemente el mismo día de su fallo público, cuando ni siquiera está impreso; bueno, pues resérvamelo para cuando esté. Los usuarios de los ordenadores de sobremesa de la sala han vuelto de inmediato después de reactivar ese servicio tras la pandemia: las posibilidades tecnológicas actuales y el wifi omnipresente nos invitaban a predecir que esos puestos corrían el riesgo de quedarse huérfanos, pero… ¡qué va, regresan en manada e igual de ávidos que siempre! El corro de madres y abuelas siempre pregunta por el próximo cuentacuentos, porque el aforo es limitado, las entradas (siempre gratuitas) vuelan y les encanta que los niños pasen el rato en la biblioteca, porque es la institución que mejor valoran.

La institución que mejor valoran todos ellos, y que todos damos por hecho.

Damos por hecho la biblioteca: la damos por segura, la damos por eterna, lo hacemos porque está ahí, porque siempre ha estado ahí y porque nadie permitiría que dejase de estar ahí. Es literalmente así: no se nos pasa por la cabeza que alguien pudiese permitir que dejase de estar ahí…

Pero si habéis leído el segundo artículo enlazado, os habréis dado cuenta de que la posibilidad de que tu biblioteca deje de estar ahí es real, es objetiva… y es actual. Nosotros solo hemos tenido que movernos veinte kilómetros del sitio para comprobarlo; vosotros, tengáis que desplazaros más o menos distancia, aunque sea lo último que imaginéis, también encontraréis bibliotecas en riesgo de desaparición. La idea de la biblioteca durará tanto como nuestra especie, pero cualquier biblioteca pública puede extinguirse mañana. Así que no nos queda otra: apreciémoslas en lo que valen, agradezcamos su labor, pongamos en valor su importancia para nosotros, y, si no la utilizamos, pongamos en valor su importancia para nuestro vecino del quinto, que sí la utiliza porque no le queda otra.

Celebremos su existencia todos los días y sobre todo hoy, que es la jornada que nos han dejado para que nuestra celebración se comparta, para que el mensaje se amplifique, para que las instituciones mejor valoradas sean realmente valoradas. Solo nos resta concluir la entrada con un esperanzado, agradecido y atronador

¡FELIZ DÍA DE LA BIBLIOTECA!

La chica que no era azul os desea… bueno, seguro que ya lo habéis pillado.
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24 comentarios en “Biblioeternas Públicas

  1. Me ha encantado esta entrada, que pone de manifiesto el riesgo tan grande de que estos espacios tan democráticos (no se le niega la entrada a nadie), tan llenos de cosas valiosas, desaparezcan porque algún político que nunca ha puesto un pie en ellas así lo decida. Y esto pasa en España, pero también en México y en otros lugares. No hay que esperar su extinción, hay que poner de manifiesto que son necesarias y las disfrutamos. Saludos…

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    1. Antaño tenía un compañero en el mostrador, un grande entre los grandes, que a la pregunta de un potencial usuario sobre el coste requerido para asociarse, respondía siempre que «La biblioteca es un servicio público, gratuito y universal», y con dicha frase quedábamos igual de complacidos empleados y usuarios. También es verdad que dicho compañero me llamaba ‘cenutrio’, pero eso también formaba parte de su encanto… Bueno, todo esto iba al hilo de tu aporte sobre las bibliotecas como espacios democráticos, tan solo para apoyar tan bonita aseveración.
      Gracias por pasarte, aportar y ¡feliz Día de la Biblioteca!

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  2. ¡Feliz día de las bibliotecas! tremendo post se han escrito para conmemorar la fecha, tan entrañable como reflexivo sobre la realidad de muchas bibliotecas. Damos tantísimas cosas por sentado que por eso se las ignora porque «siempre estuvieron ahí» y luego nos sorprende su desaparición porque no supimos ver las señales. Pero como soy más optimista que pesimista (o trato de balancear) creo que mientras haya gente que las defienda las bibliotecas seguirán allí siempre que estemos despiertos y dispuestos a hacer uso de la imaginación para rescatarlas. Saludos 🙂

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    1. ¡Más nos vale ser optimistas con respecto a las bibliotecas! Todos sabemos que no son un gasto sino una inversión, menos los que disponen del dinero recaudado para sufragarlas… Siempre estarán en peligro y por eso hemos de cuidarlas. Pero qué te vamos a contar a ti que no sepas, ¡a ti, que vives pendiente del Día de las Bibliotecas para poder dedicarles un huequecito entre tanto salto eólico!
      Solo nos resta darte las gracias y desearte un ¡feliz Día de la Biblioteca!

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  3. Pd: el silencio que reina en las bibliotecas es especial y no se encuentra en ningún otro sitio, a ver si los de oposiciones espabilan de una vez y piden recomendaciones a los locos de la ciencia ficción o las abuelitas que nunca fallan recomendando literatura.

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    1. Corolario a este comentario: el silencio de la biblioteca ha cambiado desde la globalización de la tecnología móvil. De súbito, un pitido o una melodía irrumpe en una sala de estudio en completo silencio por un olvido… aunque también está quien, en pequeñas salas de préstamo de barrio, al estar a solas con el bibliotecario, decide responder la llamada en plena biblioteca porque «como no hay nadie…»

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      1. Cierto…los celulares, duda ¿la gente los juzga a la distancia a los que se olvidan de silenciar el celular? Yo desde la pandemia tengo el teléfono en silencio, es la mejor decisión que tomé y como me avisa con un tintineo de luz si tengo mensajes no pasa nada. La gente lo tendría que empezar a implementar, se van a ahorrar ruidos molestos. Feliz feliz día 🙂

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      2. La gente los juzga de lejos, de cerca e incluso de espaldas, ¡porque delito tienen! Algunos lo dejan en vibración y lo colocan encima de la mesa, como si no supieran que, en una sala silente, un zumbido amplificado por el temblor de una estructura como la superficie de una mesa que no lo absorbe da como resultado una resonancia que alerta hasta al usuario que se fue a su casa hace diez minutos… Pero, ah, como está en silencio, pues dicho usuario, que curiosamente se ha enterado del mensaje por el estruendo originado, decide que el celular en mute no suena y le están amonestando por vicio y amargura.
        Poco se escribe sobre el papel de la telefonía móvil en las bibliotecas…

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      3. Si poco se escribe sobre el papel de la telefonía móvil en las bibliotecas creo que pueden hacerlo ustedes y convertirlo en un relato entretenido*guiño*guiño y tienen material para el próximo 24 de octubre.
        Saludos 🙂

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  4. Una entrada preciosa, interesante y sobre todo evocadora, un viaje en el tiempo. He sido lector de biblioteca, especialmente la etapa en que era niño-joven, y me he asomado al mundo desde sus baldas que en aquel entonces estaban llenas de mundos desconocidos y seres fantásticos que saltaban de las páginas para adentrase en el mundo de mi imaginación y hacerlo crecer. Curiosidad, asombro e ilusión me acompañaban sentados a la mesa. Allí nació el germen del gusanillo que me ha impulsado a escribir. Allí comenzó a construirse, en aquel refugio mágico, la sed por la lectura, el acúmulo de lo que luego serían «mis posesiones», mis libros, mis autores…Antes no había tantos medios, léase internet, ni tanta urgencia por «poseer» información, como si sirviese de algo si no genera deseo de aprender y conocer. Más vale una cucharadita de conocimiento que un barril de información. La biblio es el lugar adecuado para ello, el último refugio. No puedo dejar de pensar en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, hoy es el día adecuado para leerlo, es un bello homenaje a los libros.
    Feliz día a tod@s, desde Mariola.

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    1. Bueno, a celebrarlo con usuarios y también con todos los demás, porque hay personas que no lo saben, que todavía no lo son… pero lo serán e incorporarán la biblioteca a su vida como si siempre hubiese estado allí. Ahí está el truco de estas instituciones mágicas: que siempre han estado ahí, tanto para quienes las concurrían como para el resto de personal, para cuando se dieran cuenta de que las necesitaban. ¡Si es que son un primor, estos templos!
      ¡Feliz Día de la Biblioteca, y otro abrazo de vuelta!

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    1. En realidad somos tan comodones que, aunque hace cuatro años que venimos animando en esta jornada a publicar sobre bibliotecas y avisarnos, nunca llegamos a especificar un modo concreto de hacerlo… pero como todos los valientes os las apañáis siempre para hacernos llegar la buena nueva, así seguimos: tan campantes por un lado y felices por vuestras entradas por otro.
      Tomamos nota para la próxima difusión de tu post, aparte de apuntar que las bibliotecas tienen que dar gracias de tener seguidores tan fieles y entregados año tras año. ¡Saludos y gracias!

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  5. Buenos días, cronistas del otro mundo.

    La biblioteca fue el rincón más maravilloso y alucinante durante mi infancia y juventud. Dado que no me podía permitir comprar muchos libros, entrar en ese espacio tan misterioso, lleno de voces calladas, con tantas historias esperando, era para mí más divertido que irme de viaje o montarme en algún aparato de un parque de atracciones (además me mareo con media vuelta). Por eso me entristece que puedan estar en vías de extinción.

    Hoy en día, con tantos aparatos tecnológicos y tantas distracciones difusas, el libro, sobre todo en papel, es un objeto inusual en manos de unos pocos locos que nos atrevemos a exhibirlos en público.
    ¡Cuántas historias por vivir! ¡Cuántos personajes por vestir! ¡Cuántas emociones por sentir! Me afano por fomentar, regalar y contagiar mi amor por los libros, pero es tan difícil.
    De todas formas, ¡LARGA VIDA A LAS BIBLIOTECAS!

    No pude hacer ninguna entrada para este día, pero os paso la de mi amiga Marlen, otra gran amante de los libros:
    https://trujaman.net/2022/10/24/dia-de-las-bibliotecas/

    Felicidades por la entrada y gracias por cultivar e incentivar el amor por los libros.
    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti por compartir ese entusiasmo por nuestras instituciones mejor valoradas, ese amor a la palabra escrita y, sobre todo, ese anhelo de difundir tal pasión a congéneres presentes y futuros, y es digno de agradecer dado que, parafraseándote y dándote la razón al mismo tiempo, «es tan difícil»… Respecto a Marlen, quizá ya hayas comprobado que le habíamos contestado. ¡Estando todos en el mismo barco, resulta mucho más sencillo!
      Lo dicho, gracias por pasarte a compartir tu ánimo, un abrazo de vuelta y, por supuesto, ¡feliz Día de la Biblioteca!

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  6. Me parece una entrada muy bonita que huye de los lugares comunes que suelen aparecer en estos temas… La damos por hecho, como tantas otras cosas, y no nos damos cuenta del enorme hueco que nos dejarán cuando desaparezcan. Porque, y me duelo decirlo, acabarán por desaparecer, la lógica de mercado obliga a tener beneficios en todo… será por omisión, será por comisión, pero les auguro un mal futuro…

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    1. Pues, como es más que evidente, deseamos de todo corazón que te encuentres terriblemente equivocado al respecto, aunque también sabemos que tú lo desearías tanto como nosotros… Sea como fuere, es bien cierto que la situación de la biblioteca siempre ha sido más precaria de lo que se antojaría ‘per se’, así que esperemos que la institución, que a lo largo de todas las épocas se ha acostumbrado a vivir en la cuerda floja, sea capaz de aguantar el equilibrio todo lo posible.
      Muchas gracias por pasarte y aportar, ¡un saludo!

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  7. Gracias. Aún conservo el recuerdo del aroma de la biblioteca de mi infancia y la sensación de que, tras la portada de cada libro, incluso del vuestro o de un volumen de matemáticas, que también tienen corazón. leñe! Nos aguarda un mundo nuevo y mágico. Un saludo.

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    1. Una de las partes integrantes del Otro Mundo, osea, yo, ha de disentir, porque, como ser humano de letras puras, al abrir un volumen de matemáticas el único olor que percibo es el del suspenso inminente, y el cupo de fracasos por delante es tan amplio que añadir uno a lo tonto no se me antoja sensato. Por lo demás, de acuerdo siempre contigo.
      ¡Saludos!

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    1. Como bien dices, el avance de la humanidad ha derivado en pensar lo menos posible. ¿Quién necesita pensar, si toda la información que se requiere se puede recuperar a golpe de clic en unos segundos? De alguna forma, hemos decidido utilizar los instrumentos del conocimiento de forma errónea, y eso nos ha llevado a alejarnos del aprendizaje o el ocio reposado en aras de la inmediatez. Pero siempre siempre queda un resquicio para la esperanza, y en este caso para nuestras bibliotecas… o eso esperamos.
      Gracias por pasarte y aportar, ¡un saludo!

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