Nada en el tintero

Las despedidas de soltero de nuestros ancestros (para la generación de los aquí escribientes, léase “padres”) sí que eran una auténtica locura. Pero no lo decimos por el hecho de que se desmadrasen más de la cuenta (que puede ser), o que aconteciesen situaciones de las que aún hoy renegaran (que seguro), sino por la fecha. ¿A quién se le ocurría pegarse su fiesta más escandalosa la noche antes de la boda? Es cierto que también es una información que hay que filtrar para evaluar con propiedad el asunto: a la edad en la que se casaban nuestros predecesores resultaba mucho más sencillo recuperarse de la juerga. Ahora nos casamos cuando somos más mayorcitos, y el organismo no se deja convencer tan fácilmente de que padeces una moderada resaca en lugar de la peor migraña engendrada en el planeta. Pero, en fin, padres: que estabais locos. ¿A quién se le ocurre?

En estas coordenadas espacio–temporales concretas las despedidas tienden a hacerse conformadas en mayoría por grupos de viejóvenes, y, si son lo bastante viejóvenes, desde hace unos años en formato de ese invento llamado tardeo consistente en emborracharse el sábado por la tarde en vez de por la noche, que tiene sus pros (a la mañana siguiente la vida te parecerá mejor que cuando salías por la noche) y sus contras (melopea mediante, te toparás con todas las personas sobrias del mundo que desearías que no te hubiesen encontrado con esa “melopea mediante”. Eso incluye a tus sobrinos pequeños, que a partir de ese día te verán de una manera muy distinta).

Como Alfredo cuadraba con el rango de edad de viejóven y además se casaba, con una mañana de karts y un tardeo tranquilito podía firmarse una despedida de soltero más que digna. N o debería haberle acompañado en una celebración en su honor, dado que lo único que hizo Alfredo para con mi persona fue convencerme para fichar como portero de un equipo de fútbol sala que, a la postre, resultó ser el peor equipo de la liga. De hecho, no solo se ensañaban con las redes de mi portería los delanteros rivales, sino que el propio Alfredo estimulaba su vena goleadora ante mi arco. O sea, casi una decena de goles en propia puerta me coló, el pedazo de cabrón tío majo. Pero como soy un tío majo (yo sí) acudí a la llamada de la despedida, convirtiéndome en el “tengo un amigo que es escritor” de aquella jauría. En un momento etílico dado en el que nos encontrábamos charlando Alfredo, Johnnie (Walker, pero él en los vasos) y servidor, el protagonista de la despedida comentó que él había tenido una idea para una novela. Un futuro totalitario, tres bloques que se repartían el poder (no había leído 1984, qué le vamos a hacer), un antes y un después, un protagonista que no sé muy bien de dónde salía, una primera parte de la obra basada en los instrumentos de represión humana a lo largo de la historia. Creo que Johnnie se enteró más del argumento que yo (lógico: en aquel momento, él ocupaba mayor porción de mi propio cerebro que yo), por lo que resolvimos ver más adelante de qué trataba el asunto. Me enviaría “lo que tenía”, personajes, esbozos, mapa, ideas, yo le echaría un ojo y pactaríamos si nos embarcábamos juntos en una aventura literaria; a fin de cuentas, yo también “tengo un amigo que es escritor”.

Sería por falta de capacidad, pero no entendí nada de la parte distópica. En mi anterior periplo a través del Otro Mundo me acostumbré a convertir los bandazos de mi colega en argumentos que yo pueda comprender, para así poder seguir el hilo que me arrojaban y tirar de él, pero no supe hacerlo. Podía ser que aquello estuviese demasiado horneado en la cabeza de su creador como para intervenir en ello, o, simplemente, que ni Johnnie ni yo tuviésemos aptitudes para continuar su historia. No obstante, no había nada por escrito de la primera parte de la potencial novela, esa de “instrumentos de represión humana a lo largo de la historia”. Un poco más adelante en el tiempo, en presencia de un café al que me invitó y que nunca le he devuelto (es mi venganza: no haberme metido tantos goles en propia puerta, que eso molesta), Alfredo me aclaró puntos en su cabeza de viva voz, y ahí estaba la idea que debía germinar. A saber: existía un alegato irrefutable que demostraba que la religión se originó con el único propósito de someter a las personas. ¿Dónde estaba, quién lo había originado, quiénes lo habían transmitido, cuántas veces y cuándo? Alfredo tenía claro que ese alegato tenía que pasar por las manos de Sócrates en algún momento; no en vano, su condena a muerte estaba relacionada con la falta de creencia en los dioses. Ahí estaba mi línea de salida: podía intentar comenzar a escribir algo con dicha premisa.

En lo alto del documento del procesador de texto, una frase subrayada, en negrita y cursiva: He aquí las elucubraciones previas de Sócrates sobre que tenía el argumento definitivo contra la religión y a ver lo que hacía con él. Así de simple soy, a ver dónde me lleva esto. Redacté unas cuatro o cinco páginas, insinuando hechos y situaciones venideras más que plasmando su realidad presente. Creo que no las corregí, las envié directamente al señor que tenía una idea en su cabeza, para que evaluase si la misma era capaz de corresponderse con la que tenía mi papel cibernético. Recuerdo que le pareció de lujo… pero dio igual. La edad de viejóven conlleva obligaciones de viejóven, obligaciones que, si escribir no te da la vida como a los que nos solemos pasear por aquí, te apartan del papel. Es lógico, claro, mas ahí concluyó nuestra colaboración.

No obstante, por estos lares escribir sí nos da la vida, y en ese ADN se incluye no dejarnos nada en el tintero. Plasmar las palabras es mágico, pero darles la oportunidad de que existan más allá de uno mismo es un acto que les debemos. Y la historia de Sócrates se había quedado en el tintero, en una carpeta llamada “ZZZ Alfredo”. No podía dejarla morir. A pesar de que se hallaba desde hacía muchos años en el corredor de la muerte, pues nunca florecería ninguna novela de dicha semilla, podía recurrir la sentencia. Alegué que se podía reincorporar a la sociedad como relato. Era cierto que debería meterle tijera, convertir lo insinuado en explícito, condensar, embellecer, comerme la cabeza para que continuase teniendo sentido, y cabrearme porque se me había enfriado el té por tercera vez y no estaba dispuesto a levantarme una cuarta para recalentarlo en el microondas. Vamos, lo que todos hacéis, a excepción, quizá, de lo del té. Y ponerle un título resultón, claro, pero cuando se me pasase el enfado por lo del té. Pero sí: ahí había un relato. ¿Podría presentarse a un certamen con alguna opción? Sí, ¿por qué no? Y también podía fracasar con estrépito, pero ¿acaso era mejor no intentarlo? Y sí: pedí permiso a Alfredo. No había escrito ni una sola coma de lo que yo tenía delante, pero, a fin de cuentas, a Sócrates y su argumento irrefutable me los había chivado él. Era lo justo y necesario.

Un correo electrónico explícito pero intrigante a la vez (curioso, ¿verdad?) se presentó un domingo por la tarde en mi bandeja de entrada. Lo remitía la dirección de un certamen y, el cuerpo del email se componía tan solo de la palabra “Finalista” y un enlace de internet. ¿Veis cómo se puede ser explícito e intrigante a la vez? El link me envió a un post en el que, como ya me habían adelantado, me habían nominado finalista…

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…en un certamen en el que, al parecer, existían más finalistas que concursantes. Supuse que, al igual que yo, en ese momento convivíamos repartidos por todo el planeta 24 personas que estábamos casi convencidas de que seríamos los únicos vencedores del mismo concurso. En el fondo, ya estaba contento de que “El legado de los vencidos” no se hubiese quedado en el tintero: me alegraba por aquella historia, me hacía ilusión haberle dado vida cuando aquel puñado de páginas ya creía estar habitando un féretro bajo el epitafio “ZZZ Alfredo”. Además, os dije que le pondría un título resultón al relato, y sé que ELDLV os ha gustado. Por lo menos, tanto como ese de “Pedro Pablo: Prosaico Proxeneta” también finalista. Sócrates podía estar contento de que no lo hubiese dejado en la estacada, aunque existiesen 23 poderosas razones contrarias al argumento de que ganaría.

Y Sócrates no ganó (que significa lo mismo que “y no gané”, pero en suave). En vez de eso, otro correo igual de explícito pero nada intrigante me nombraba segundo premio del X Certamen Internacional de Relato Breve “La Fénix Troyana”. Ya conocéreis “El legado de los vencidos” en su momento, primero dejaremos que esta centenaria revista publique su número con los relatos ganadores, obteniendo así la merecida exclusiva. Por mi parte, además de para vanagloriarme de ello como si no hubiese un mañana (que seguro que ninguno os habíais dado cuenta de ello), quería emplear este post para dos cosas. La primera, para agradecer a Alfredo Mira, que sé que me estás leyendo (de no ser así sería muy desconsiderado por tu parte, chato, que para eso te he enviado el enlace por privado), la idea original de cuyas cenizas resurgió ELDLV. En cuanto te enteraste del asunto quisiste apropiarte ipso–facto de todo el mérito, pero bueno, teniendo en cuenta que me fichaste como portero para meterme goles en propia puerta, tampoco me sorprende mucho… Gracias, colega.

Segundo objetivo de la entrada: blogueros, a vosotros me refiero. No os dejéis nada en el tintero. No permitáis que vuestras historias se mueran sin haberles dado la ocasión de estar vivas, pues quieren existir y se transmiten a través de vosotros. Dadle una oportunidad a una buena idea, y dadle una oportunidad a una mala idea, y también dadle una segunda oportunidad a una idea muerta. Quizá nos demos cuenta de que los demás querían contemplar nuestra buena idea, quizá nos demos cuenta de que nuestra mala idea no era tan mala, quizá nos demos cuenta de que nuestra idea muerta seguía viva. Sea como fuere, si escribir os da la vida, no os dejéis nada en el tintero. Da igual que la tinta te la regale la perfección eterna de la inspiración o, por el contrario, que no acabes de comprenderla adecuadamente durante una despedida de soltero: hay que darle rienda suelta cual calamar amenazado. Puede que no ganéis y, al mismo tiempo y sin lugar a dudas, ganéis.

Presto reblogueo el post que proclama inmisericorde que no gané. Es más, me tilda de finalista, palabra que, tras el fallo de un concurso, significa que has perdido. En la final, pero has perdido. Me quedo con la definición no oficial que sí me llegó por correo: segundo premio. “Segundo” significa que no has ganado, pero después arriba la palabra “premio”, y eso me gusta más. Me hace sonreír.

Un tintero vacío tiene la culpa.

La fénix troyana

20190323 RELATOS FINAL X EDICION

La X edición del certamen Internacional de relato breve “Fénix Troyana” ha contado con 290 trabajos procedentes de 20 países. El jurado del certamen eligió, tras una primera lectura, 24 relatos que pasaron a la fase final. De ellos, 16 relatos proceden de España, dos de Argentina, dos de Colombia y los otros cuatro de México, Cuba, EE. UU., y Chile.

El relato número 7, titulado “Perdido”, cuyo autor es Francisco Pascual de Valencia, ha obtenido el primer premio en esta X edición. “Perdido” es el agónico relato de ese mundo oscuro, impenetrable y despiadado en que sumerge al que la padece esa cruel enfermedad, el Alzheimer. Francisco Roger, coordinador de este certamen internacional, nos habla de la obra premiada: “A través del inocente relato de un enfermo, con un estilo fresco, ágil y directo el autor transmite al lector el terrible transcurrir de una jornada de preguntas…

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31 comentarios en “Nada en el tintero

  1. CMarianer

    Por alusiones…estoy leyendo esto a las 05:40 a.m, sí, así yo. Madrugo para entrenarme y poder seguir metiendo goles en propia puerta a porteros que tenien el ego subido por su calidad y número de paradas al equipo contrario. Recuerdo una increíble con la cara.

    Yo pongo los pies en el suelo a esos aires de grandeza que se os pone a los porteros cuando alguien está a punto de marcaros e «in extremis» salváis el gol…

    Y se me da bastante bien, ya que después de tantos años sigue escociendo 🙂

    Pero he de reconocer que las palabras las manejas como pez en el agua o debería decir como «gamba en el agua» y esa calidad que atesoras bajo la portería en tus manos la traspasas al papel también a través de ellas.

    ¿Serán tus manos? ¿O será tu cerebro que las dirige?

    Sea como fuere «Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio literario»

    Gracias amigo

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    1. Ya que soy incapaz de volver a detener cualquier tipo de balón (mi última temporada se resume en 12 minutos de partido inaugural = muy reciente operación de hombro, ahora es cuando puedo volver a escribir algo), me quedo con la cita del beneficio político… y si se tercia, con mi amigo Johnnie, pero poco que ya he sobrepasado la viejuventud.
      Quizá «El legado de los vencidos» sea un buen nombre para la biografía del Dharma; lo que ya te puedo decir es que no seré yo el que la escriba.
      ¡Viva Sócrates!

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    1. Siempre agradecidos por tus invitaciones, y no poco. Empero, somos dos llaneros solitarios anclados en el Otro Mundo, más que nada porque no damos para más que actualizar como buenamente podemos y, si al final la existencia nos permite un rato, vivir. Es nuestro sino…
      ¡Un saludo!

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  2. Y otra vez que me dejáis sin palabras, ¿será que os las habéis acabado todas? Maravillada por el hilar de tu argumentación y ganosa de conocer a Alfredo, ya puestos.
    En fin, que enhorabuena por la medalla de plata y gracias por las palabras de aliento para el resto de miserables blogueros que, como yo, no han tocado ni un segundo ni un tercer puesto. (A excepción del Optimus mensi de Lídia que oye, me hizo sentir de lo más orgullosa)
    Besacos!

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    1. Pues gracias por lo que me toca, aunque si antes que ganosa por descubrir el relato lo estás por conocer a Alfredo ya puestos (o ganosa de irte de despedida, que también vale), algo ha fallado… ¿Por qué el mundo quiere conocer a la persona que amargó toda una temporada a un honrado guardameta?
      Oye, no pierdas de vista lo de ganar un Optimvs Mensi, que no es cualquier cosa: se trata de un concurso internacional aunque no lo patrocine el Grupo Planeta o Fartons Polo.
      Sería curioso un Certamen de Fartons Polo, ahora que caigo…

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  3. Güeno, güeno, güeno… Un acordeonista muerto —es que he buscado en la red y sólo ha aparecido este señor que, lo siento, no conocía de nada—, un portero que ni para cotilla valía —¿o los de «fúrgol» no tienen que serlo?— y un relato zombi. Y un segundo premio entre casi trescientos. Buenos elementos para un relato. Y, ahora, si quieres, dí que de esto se puede hacer un relato. O mejor, escríbelo.
    Pero que conste que yo haré caso al consejo de resucitar a todos los Lázaros que guardo en el cajón. Sí ESE cajón que huele a cadáver, a celulosa entintada pútrida, a bytes caducados. Creo que a esa narrativa «noviva», talkingdead o killingread vayaustéasabé, se le da otra oportunidad y, sobre todo, se orea.
    ¡Enhorabuea por el segundo premio! Y por esa parada con la cara. ¿Hay fotos?

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  4. carla0zone

    Ostia, qué bueno, divertido y subversivo, es lo que debe de ser el tener un amigo escritor, me pienso.
    Lo he leído deltirón, y así nomás, darte las gracias por las risas y porque te haya gustado mi relato que, como bien explicas aquí y con tu ejemplo nos muestras, es la misma intención y proyecto de cafés enfriados, absortos en la escritura de algo que tiene que ver con nosotros y necesitamos sacarlo de adentro, en mi caso porque me sangra y necesito escupirlo sin que haga daño a ningún ser querido, lo llamo enfermedad por meticulosis hereditaria y heredada.
    Lo mejor de todo? Las risas y las sonrisas, el buen humor, presiento es fun-da-men-tal para una vida alegre, amenizar las veladas y compartir experiencias que parten de los mismos instintos, al fin y al cabo todos somos humanos.
    El primer relato de tu espacio me ha hecho mucha gracia, engancha y es delictivo, voy a seguir contigo, en la virtualidad del escritor, un saludo.

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  5. carla0zone

    Por cierto, olvidé felicitarte por el intento de premio que se quedó en gran premio y que, como buen hombre, te sabe a poco, y encima parece que a todos los que comentamos nos parece ya mucho, sobretodo para la vida moderna y la presentación de suficientes relatos como para considerarlo un buen consuelo y no para tontos. Me recuerdas al marido de mi amiga que se dedica a competir a nivel mundial en deporte extremo y entrena a diario para ello, pocas veces ha hecho podio, mas lleva 10 años en el ranking de los 20 primeros, unas carreras queda cuarto, otras décimo, lo vive demasiado y se frustra. Te diría que siguieras su consejo, si es que no lo estás haciendo ya, al fin y al cabo es cuestión de amor. Lo dicho, enhorabuena, como carta de presentación en calidad de lo que parece ser tu blog, ojalá me eche otras buenas risas 😀

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    1. Pues muchas gracias por todo lo que me toca, evidentemente. En realidad estoy muy contento con el resultado porque de hecho llevo una buena racha con los certámenes en lo que va de año; no obstante, en esta entrada había que contextualizar un segundo premio a partir de una despedida de soltero y muchos goles encajados en propia puerta, y, claro, a un portero esos goles encajados le rebajan la alegría dos puntos por lo menos…
      Pues eso, muchas gracias por la visita y los comentarios, que siempre levantan la moral aunque no tanto como un (segundo) premio. ¡Nos leemos!

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  6. Ohhh, a mí también se me enfría el té cuando escribo pero como no tengo microondas nada de recalentarlo a tomarlo como viene XD. Gracias por compartir este relato tan interesante como seguro lo será «El legado de los vencidos» y bueno ese título me recordó a esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=0vULndoYGJg
    A propósito tu consejo sobre darle oportunidad a los escritos y no dejarlos en el tintero se merece estar en el decálogo de la escritura en el primer inciso. Saludos 🙂

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    1. Pues cuando hace frío, un té ídem no hace mucho su papel… ¡Qué sacrificios hemos de hacer los que pasamos el rato escribiendo! La humanidad no evolucionará del todo hasta que consiga un té que se recaliente solo al bajar de x temperatura indicada por cada usuario.
      Lo dicho: cero relatos en el cajón o carpetas abandonadas a su suerte. ¡Vida para nuestros personajes olvidados!

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  7. Pingback: El recuerdo envenenado – Las crónicas del Otro Mundo

  8. Muy interesante recreación del recorrido creativo de un relato. Pocas veces se tiene ocasión de conocer los entresijos entre bastidores. En cuanto a la sensación de recuperar un relato inacabado de mucho tiempo atrás… pues es en verdad maravillosa, como un ajuste de cuentas con el sentido de la vida y todo eso. Si además se le reconoce la calidad en un concurso, pues debe ser un subidón. Un placer leerte, como siempre, a ti ya tus seguidores. Enhorabuena y gracias por la crónica.

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    1. Tú lo has dicho, un subidón como pocos el de recuperar una vieja historia muerta y comprobar que en realidad no estaba tan difunta. Como mucho un poco borracha, pero le venía en el ADN. La próxima historia sobre la historia, es decir, el próximo contexto sobre un relato, para la próxima entrada del blog. Es agradable compartir de dónde parten las ideas, puesto que forma parte del recorrido de la narración y, ya se sabe, ‘lo importante es el viaje’.

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  10. Está bien la intro, pero ahora esperaré impaciente a leer el relato premiado. Noragüena.

    Veo que no soy el único que nombra archivos o carpetas con «ZZZLo que sea» para que se queden en el fondo.
    ¿También pones otras con «__esta la quiero primera siempre» ?

    Saludos

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    1. Pues para las carpetas y documentos que deben ir delante utilizo el cero, pero, a fin de cuentas, parece que nuestra organización mental para el tema es análoga. Tiene que haber más como nosotros, así que ¡algún día dominaremos el mundo!
      Muchas gracias por lo que me toca respecto al relato, ¡un saludo!

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