Spoiler: esta entrada no versa sobre Stephen King.
Con las musas ausentes, probablemente solazándose en la piscina que ahora mismo tan solo ella disfruta, o al menos eso podría darnos a entender el termómetro, quedaba claro que no sabía sobre qué escribir. No obstante, lanzando miradas furtivas a una hoja en blanco, cabría cuestionarse si merece la pena el qué escribir si el rumbo errado reside en el cómo lo haría. Y sí, lo sabes sin siquiera haber plasmado una sola palabra. Meramente lo sabes. Lo dijo Stephen King.
Lo sabes porque, simple y llanamente, escribes adverbios, y sobre todo los que acaban con esa terminación tan odiosa, mente. Qué le vamos a hacer: los escritores que se precian de serlo tienen su estilo, pero nosotros tenemos adverbios. El tema es que, si el señor de la foto tiene razón, hemos de admitir a todo el que no lo sepa que LCDOM es la más genuina autopista al infierno, con denominación de origen y todo. En nuestro descargo confesaremos que no teníamos ni la más ligera idea de que escribir utilizando adverbios fuera malo, o incorrecto, o sucio, o la negligencia que realmente sea. Pero tras enterarnos de dicho asunto y echarle un nuevo vistazo a Las crónicas del Otro Mundo, buffff… Podría decirse que a lo largo de la novela agotamos todas las reservas de adverbios hasta 2027. Sí, nos hemos pasado, para qué negarlo. Nuestra hipótesis es que la cruzada no es tanto contra los adverbios como contra la cacofonía de leer continuamente mente, aunque tampoco parece que eso pudiese ser una explicación razonable para el señor King.
Ni para nadie. Todo aquel que ha leído que los adverbios malos, adverbios caca, ha desarrollado un nuevo filtro a través del cual una historia que los utiliza no puede ser tratada con el mismo rasero que otra límpida e inmaculada de los mismos. De todas formas, nos podemos salir por la tangente y aunar nuestros esfuerzos en que las cacofonías son fatales para el escrito, y así salir airosos. Además, obtenemos la enseñanza de rastrear sin cesar a nuestro alrededor para no pecar de ignorancia a la hora de saber qué está bien escribir y cómo está bien escribir. Y lo cierto es que, si uno se lo propone, puede encontrar muchísima ayuda con un par de movimientos de ratón. Hay mil listados de mil herramientas para escritores cada uno, hay mil artículos, mil guías y mil recursos sobre “Cómo escribir…” para mil géneros de novela cada uno. Eso sí, tras orientarse y desbrozar, que es lo lógico, lo justo y necesario, disponemos de una serie de consejos que se parecen mucho entre sí. Normal, claro: si hay que ajustarse a unas normas para no escribir una historia de forma incorrecta, significa que hay una norma para escribir una historia de forma correcta, y las directrices, por norma, acotan la manera de escribir una historia.
Y así es como acabaremos todos escribiendo normal. No correcta o incorrectamente, sino normal. Todos los novatos escogeremos seguir una tarifa plana de escritura para no cometer errores de novato.
Que levante la mano el novato que quiera escribir algo normal en vez de algo que se salga de lo normal. Parafraseando a Antonio Escohotado en plena canción de Andrés Calamaro,
Para seguir viviendo, a veces, con tal de estar sanos, vamos a hacernos chequeos, nos preocupamos porque nos ha salido una mancha, un dolor… Nuestra meta es vivir largo tiempo, y claro, en el fondo, no pretendemos vivir largo tiempo. Pretendemos vivir a secas: pretendemos VIVIR. Si uno intenta vivir largo tiempo, el día a día se puede envenenar bastante.
Así que, para rematar el alegato ‘Por una vivienda digna para los adverbios en nuestra historia’, os presentamos un pequeño extracto de una obrita que tenemos por aquí:
—Sabía que te reirías. Aun así, es cierto.
—¿Demasiado de ti en él, dices? Palabra de honor que no te creía tan vanidoso, Basil. Y no veo el menor parecido entre ti, con tu rostro duro y de marcadas facciones y con tu pelo azabache, y este joven Adonis, que parece hecho de marfil y rosas. Pero, mi querido Basil, él es un auténtico Narciso, y tú… bueno, no negaré que tienes una expresión intelectual y todo eso. Pero la belleza, la auténtica belleza, termina allí donde empieza la expresión intelectual. El intelecto es en sí mismo un modo de exageración, y destruye la armonía de cualquier rostro. En cuanto uno se sienta a pensar, se vuelve todo nariz, o todo frente, o algo quizá aun más espantoso. No hay más que ver a los hombres de éxito de las profesiones respetables. ¡No pueden ser más odiosos! Salvo, naturalmente, los relacionados con la Iglesia. Aunque, claro, en la Iglesia no se piensa. Los obispos siguen diciendo a los ochenta años lo que aprendieron a decir cuando no eran más que unos muchachos de dieciocho, y consecuentemente siempre resultan absolutamente encantadores. Ese joven y misterioso amigo tuyo, cuyo nombre jamás has mencionado pero cuyo retrato me tiene realmente fascinado, nunca piensa, estoy plenamente convencido de ello. No es más que una criatura hermosa y descerebrada que debería estar siempre aquí en invierno cuando no tenemos flores que contemplar, y también en verano, cuando anhelamos disfrutar de algo que nos refresque el entendimiento. No te engañes, Basil: no te pareces en nada a él.
—No me entiendes, Harry —fue la respuesta del pintor—. Por supuesto que no me parezco a él. Lo sé perfectamente. A decir verdad, lamentaría que así fuera. ¿Te encoges de hombros? Te estoy diciendo la verdad. Hay cierta dosis de fatalidad en toda distinción física e intelectual, esa suerte de fatalidad que parece seguir a través del curso de la historia los vacilantes pasos de los reyes. Lo mejor es no diferenciarnos de nuestros colegas. Los feos y los necios son sin duda quienes en este mundo se llevan la mejor parte. Pueden sentarse relajadamente y contemplar boquiabiertos la obra que transcurre ante sus ojos. Si bien nada saben de la victoria, cierto es también que tampoco tienen conocimiento de la derrota. Viven como deberíamos hacerlo todos: imperturbables, indiferentes y ajenos a cualquier sombra de desasosiego. Ni provocan la desgracia en los demás ni la sufren tampoco de manos ajenas. Tu rango y tu riqueza, Harry; mi cerebro, en su actual estado… mi arte, sea cual sea su valor; la belleza de Dorian Gray… a todos nos tocará sufrir por lo que los dioses nos han concedido, y te aseguro que sufriremos terriblemente.
Vale, de acuerdo, a estas alturas podemos deducir que el extracto corresponde a El retrato de Dorian Gray, y también que Oscar Wilde o bien estaba exento de la doctrina Mr. King, o bien no tenía ni idea de escribir. O que la doctrina Mr. King no se aplica con efecto retroactivo, que también puede ser. Sea como sea, si se puede disfrutar de una historia es porque se sale de lo normal, así que no breguemos por ajustarnos a la norma, amigos nuestros, sino esforcémonos por plasmar de la manera más exacta y perfecta eso que brota en nuestras cabezas y anhela desplomarse rendido sobre el papel, sin más. El que da todo lo que tiene no está obligado a dar más, y, en nuestro caso, lo importante es disfrutar el viaje juntando palabras sin tener que sobresaltarnos una y otra vez al saltar la alarma del impostor cuando, durante la revisión, nos encontremos con adverbios frecuentemente.
Nada de ello es óbice para disculparnos por las cacofonías que os podáis haber encontrado en LCDOM, esa autopista hacia el infierno adoquinada por adverbios, porque, como ya hemos comentado antes… No teníamos ni idea de que los adverbios eran caca.
Pd. Nuestro adverbio favorito no es vehementemente, pero tampoco lo descartamos.
Una lectura interesante de principio a fin. Y de paso, una tremenda canción. Muy bueno el post.
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Muchas gracias, Manuel, nos alegra que te haya resultado interesante. Seguramente a Stephen King no se lo parecería porque lleva un montón de adverbios, pero tampoco es probable que él vaya a leer la entrada…
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Siempre que sea legible lo que uno puede expresar para que sea entendido…, para mí, ¡perfecto! Si para ello nos hemos de subir por las ramas de lo no normal.., mejor que mejor. Ya es difícil traducir, expresar o sintetizar el pensamiento, el sentimiento, la emoción, que, ¿para qué poner más traspiés? No soy de las que se peinan para atrás; por eso, doy gracias a Mercè Rodoreda, que con su sencillez y claridad me quitó mis complejos y me dejé derramar sobre páginas en blanco que se llenaron de todos esos sentimientos y algún que otro exabrupto.
Escribiendo me he olvidado de la gramática.., ¡lo siento!
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Eso, eso. Transmitir, conectar con los demás a través de lo plasmado, entendernos a través de las palabras, qué más dará si son adverbios o nombres de muebles de Ikea si al final comprendemos lo que el otro quiere decir.
Gracias por el comentario, Júlia. ¡Un saludo!
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…y cuando no son los adverbios, las subordinadas.
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Si es que no nos dejan vivir, dentro de nada tendremos que escribir exclusivamente con monosílabos por miedo a que nos acusen de novatos por escribir palabras demasiado largas.
¿Por qué será tan malo expresarse en lenguaje natural? No coloquial, no vulgar, simplemente natural.
Cómo somos los novatos…
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Nada, nada… A contratar un corrector o correctora de estilo para esmerilar las impurezas de los textos. 😛
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Bueno, eso ya depende de la envergadura del proyecto, porque si va a llegar al gran público y por ende a críticos fanáticos de Mr. King… Hay que curarse en salud, no vaya a ser que se metan con nuestra criatura y nosotros respondamos vehementemente. Por lo pronto, disfrutemos inmensamente del uso indiscriminado de adverbios, aunque sean caca.
Lástima que no se pueda decir cacamente…
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Ja, ja, lo sabía solo con el título. Me siento culpable por prender la mecha. Te regalo una canción de buena mañana, para que no me guardes rencor:
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La falta de inspiración es que es muy mala: no sabes qué escribir y entonces recuerdas que no es el qué sino el cómo, y todo por culpa de Mr. King, y claro… De todas formas tú estás libre de pecado, porque eres nuestra reseñadora favorita de tu pueblo.
He abierto tu comentario en el móvil, así que en vez del vídeo me salía una dirección de youtube en crudo. Y no, no he pensado en Rosalía como el resto de humanos españoles, sino en este otro tema que le pega más al asunto:
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Uaaaauuuu… ¡eso es otro nivel!
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Cuenta la leyenda que Stephen King escuchó esta canción y que su próxima novela de terror se desarrolla en Alaska y la protagoniza una tal Sara.
¿La titulará ‘-ly’?
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No sé, pero como sea la Sara del vídeo, sí que va a dar miedo…
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+2, y no creemos ser los únicos que secundemos dicha moción.
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Mira, no sé si será puntería, pero ayer por exigencias del guion comencé a leer un nuevo libro. Fragmento:
‘Pero su poder había terminado. Intentó resucitarlo en los campos de ejercicio con su «¡A la bayoneta!» y su «¡Cuerpo a tierra!». Nosotros obedecíamos, claro está, porque una orden es una orden y ha de cumplirse. Pero lo hacíamos todo tan lentamente que el hombre se exasperaba. Colocábamos cómodamente la rodilla en el suelo; después apoyábamos un brazo y así lo íbamos haciendo todo.
Mientras él, furioso, había dado ya otra orden. Antes de que nosotros empezáramos a sudar, él estaba completamente ronco. Finalmente nos dejó en paz. Es verdad que seguía llamándonos «cerdos indecentes», pero con más respeto.
También había, naturalmente, muchos cabos como Dios manda; hasta me esforzaré para creer que eran la mayoría’.
Y, por fin, entendí lo que le pasó al señor King: leyó mucho en su infancia con la misma puntería… y se traumatizó.
No hay más preguntas, señoría.
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Guau, ese sí que se pasa un poquito…
Hoy he leído que en Vitoria están matando jabalíes con arcos y flechas, adivina de quiénes me he acordado (en cuanto me he librado del estupor).
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Bien, bien: parece que, como las grandes distopías en plan ‘1984’, LCDOM constituía una visión subjetiva del futuro venidero.
Hay que investigar más sobre el asunto, y si alguno de los arqueros se llama Axel o Víctor, tendremos que estar atentos a todos los noticiarios del mundo, por si en alguna parte se ha despertado una chica azul…
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Muy buen post. Ya había leído hace años ese librito del Sr. King, y una de las cosas que más me quedó es el consejo de los adverbios. Tengo que admitir que me condicionan al escribir, pero no los omito. Una de las conclusiones que saqué es que la mayoría de los adverbios en inglés acaban en «ly». Supongo que en este idioma sonarán peor… no lo sé. La cuestión es que Wilde los utiliza muchísimo, y si tenemos la tentación de pensar que el traductor se tomó libertades, podemos confirmar que en inglés también aparecen:
Haz clic para acceder a The_Picture_of_Dorian_Gray_NT.pdf
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A pesar de que sobre todo postulamos que Mr. King es un tiquismiquis , nos inclinamos a pensar que debes llevar razón en la peor sonoridad de -ly en su idioma. También en lo de llevar cuidado al emplearlos sin llegar a omitirlos, pues hay momentos en que ello no parece proceder, como puede ser el caso de los diálogos de personajes. ¿Cómo van a ser creíbles si los desproveemos del lenguaje natural, que, para bien o para mal, emplea adverbios como si tal cosa?
Gracias por el comentario, Christian. ¡Un saludo!
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•~…que buen post…, dura~mente repito cacofonías con entusiasmo…!~•
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Al fin y al cabo la opinión de Mr. King no deja de ser eso, una opinión. Ahora bien, siempre hay puristas que la integran como si fuera un dogma, de forma exagerada.
Perdón: exageradamente. Y es que en el caso de uso adverbial, el Otro Mundo es King-free.
Gracias por pasarte, Aileen. ¡Un saludo!
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•~…ja’ me gustó, como lo desarrollaste y tu comentario también sigue siendo genial con el King~free. ¡Buenas creaciones y energías!~•
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Soy parte de ese gran grupo de personas que ignoraba que los adverbios eran caca. Cuando leí «Mientras escribo» me quedé un poco apenada por la cantidad abismal de adverbios que he ido usando en todo lo que escribía. De igual forma, tengo que admitir que mucha risa me dio eso de «el camino del infierno está pavimentado de adverbios». Y si no mal recuerdo, el punto de King es que muchos de ellos son innecesarios y pueden eliminarse fácilmente (jajaja, ya sin querer escribí uno) (y para que Stephen King no se enoje: (..) pueden eliminarse con facilidad). En fin, al final coincido con la idea: lo importante es saber transmitir la historia de la mejor forma. ¡Un abrazo!
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Hemos de reconocer el mérito de Mr. King, porque nos está poniendo a todos de acuerdo: nadie sabía nada de adverbios malos, adverbios caca hasta que él decidió que lo eran. También nos hermana en la opinión de que lo importante es transmitir la historia de la mejor forma, lo cual no debe ser óbice para no ser machacón con los -mente, evidentemente.
(Es que todavía no habíamos colocado un -mente en todo el comentario y nos había entrado el síndrome de abstinencia)
Lo dicho: por lo leído aquí, nadie ha hecho más por la alianza de civilizaciones literarias como Mr. King. ¡Viva Mr. King, y que le vaya bien con su cadena de burgers!
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No soy fan de los adverbios, nunca lo he sido. Mucho antes de saber la existencia del Sr. King. Pero si la palabra existe, es de uso verbal, y np puede modificarse en palabra llana…
Las preferencias de ciertos escritores, son muy suyas. No sé quien ha dicho que debemos tomarlas como verdades absolutas.
Alguien dijo: «no cuentes, muestralo» y aparecio el horrendo Wattpad con sus millares de historias insípidas y mal escritas. (Lo lamento, hasta hoy ni una sola me ha convencido).
Una sugerencia, no es una regla. El estilo le pertenece como sello personal del autor. Ese jamás debe criticarse.
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Qué duda cabe de que la opinión de Mr. King no deja de ser eso, su opinión. De hecho no es solo suya, otros autores consagrados han renegado de los adverbios, como el gran Gabo: “La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas”.
Pero, por otra parte, en la inmensa mayoría (por no decir todos, aunque haya sido en todos los que hemos rastreado) de artículos sobre el uso de adverbios se hace referencia a la frase del bueno de Stephen, sobre todo como algo que demuestra de forma fehaciente y automática que su empleo es erróneo. Y, oye, es cierto que surte efecto y lo notamos alrededor, y es que no puede ser de otra manera: si tantas personas te dicen lo mismo sobre el estilo, tiendes a pensar que todos llevan razón. De ahí nuestra opinión al mundo: siempre que no molesten por saturación, como cualquier otra palabra, no hay que sacrificar un recurso que el lenguaje natural nos ofrece. Es probable que sea lo tajante del señor King lo que nos mueve a debate.
Muchas gracias por comentar, ¡un saludo!
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Salirse de la norma, en arte, es con frecuencia, enfilar el camino hacia la genialidad.
Para decir que hay que hacer el amor lentamente para gozarlo más ¿cómo habría que decirlo, según King? Nunca me he molestado en comprobar si escribo muchos adverbios o no, no sigo normas, escribo según dictan mis musas, si no están de huelga como habitualmente están, jeje. Creo que escribir según unas normas establecidas quitaría mucha originalidad y veracidad a lo que escribimos. Las normas para las matemáticas… pero no para la literatura, otra cosa sería las faltas de ortografía, por ejemplo. No creo que un pintor aceptase que le digan que en sus cuadros no pinte muchos árboles o muchas flores o cosas de color amarillo, por ejemplo.
Y LCDOM es un libro excelente y muy bien escrito y no me he dado cuenta que tuviera tantos adverbios, así que no será tan llamativo como decís vosotros. Y si los tiene ¡qué importa! lo importante es que llegue al lector, lo otro es meramente ganas de «dar por el c…»
Abrazos para los dos.
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Gracias por lo que nos toca en la loa a LCDOM, Estrella. ¡Tú, que nos ves con buenos ojos! Sea como sea, es cierto que en el Otro Mundo hay muchos adverbios, pero, como decimos, desconocíamos que podíamos estar haciendo un uso equivocado del lenguaje narrativo en opinión de alguien. Por otra parte, tampoco podemos decir que nadie nos haya señalado que su presencia en la novela le haya molestado, así que sentimos que salimos bien parados del entuerto.
Bien lo dices: las musas no se fijan en la clase de la palabra que empleamos a la hora de hacer nuestras sobre el papel las ideas y sentimientos que nos dictan. Después podemos/debemos pulir el estilo, claro está; pero siempre que no nos suene malsonante, consideramos que no debemos sacrificar un recurso como, al fin y al cabo, son los adverbios. Como acabamos de comentar por aquí cerca, debe ser lo tajante de la afirmación del señor King lo que nos lleva a confrontarla, a pesar de saber que no deja de ser la opinión de un autor.
¡Más abrazos para ti, Estrella!
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Pues lo siento por el señor King, pero me parece una estupidez inmensa decir que escribir utilizando adverbios significa escribir mal. Los adverbios forman parte de la gramática. Si existen, es por algo. Yo no busco nunca consejos para escritores en la web. Como decís, hay miles de personas en Internet escribiendo consejos y tratando de sentar cátedra. Mi forma de mejorar en la escritura es leer todo lo que puedo. Leer de todo, pero sobre todo leer escritores a los que el tiempo ha dado la razón en cuanto a la calidad de lo que escribían. Ésa es la mejor forma de mejorar desde mi punto de vista.
En todo caso, interesante post para iniciar un debate y un intercambio de opiniones.
Un abrazo.
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Por lo comentado en esta ristra de opiniones, parece que tenemos acuerdo mayoritario en que no le vemos mucho sentido a sacrificar un recurso que nos proporciona la lengua como son los adverbios. Como dicen por aquí cerca, hemos de tomar esos consejos como opiniones, no como dogmas, al igual que todos estamos postulando las nuestras en los comentarios. Pero como dices, si nos gusta escribir aunque seamos noveles, intentaremos hacerlo lo mejor posible optimizando todas las herramientas de las que dispongamos, incluyendo adverbios.
A todo esto, también ocurre que esta «prohibición» adverbial penaliza gravemente a los novatos contemporáneos, pero no parece que se aplique a novelas ni mucho menos exentas de adverbios de famosos coetáneos ni tampoco a la obra de escritores pretéritos. Es en este caso que no podemos defender tal agravio comparativo. En fin: para gustos, colores.
¡Abrazos, Mae!
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Lo del abuso de adverbios nos ha pasado a todos, hasta que alguien nos dice que son caca. Pero no por ello ha de prescindirse de los adverbios, se puede encontrar un equilibrio entre lo que deseas contar sin renunciar a hacerlo de la manera que deseas.
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Correcto y de acuerdo contigo, Frida, eso es lo que deberíamos entender todos respecto a este asunto. Igual te toca coger tu comentario y hacer un meme con dicha frase, para que la vayamos distribuyendo en artículos sobre adverbios caca.
Pero que no llegue a Mr. King, no sea que le siente mal…
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i read many of his books, i didn’t liked movies thought
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We understand you: a book is (almost) always better than its movie!
Thanks for comment, regards!
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Sinceramente, creo que aquí y allá y en todos lados, usamos los adverbios a diestra y siniestra he de confesar que felizmente los empleo en todo momento jaja.
Muy buen artículo, creo que los que escribimos (yo de manera amateur) lo hacemos para transmitir emociones, vivencias e incluso sentimientos, Oscar Wilde es de mis autores favoritos, solo veo lo que transmite no como lo hace, ni que técnicas utiliza para ese fin.
Saludos
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Como bien dices, escribimos para transmitir, para llegar al lector incluso cuando solo pretendemos contar nuestras cosas. Omitir todo adverbio en una comunicación es, cuanto menos, extraño, como desnaturalizar el lenguaje. Muy redichos y cultivados deben ser todos nuestros personajes para que ni uno solo utilice un simple adverbio en sus diálogos, ¿verdad? Podría restarles credibilidad, y nunca pretendemos eso en lo que escribimos. Bueno, al menos esa es nuestra opinión, claro.
Muchas gracias por pasarte, Rodrigo. ¡Un saludo!
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Empecé siendo fan de Esteban Rey a los 15/16 con Carrie. Después he recorrido muchos de sus trabajos y hasta donde sé ha metido de todo en su cuerpo, como Poe y otros:
https://www.lavanguardia.com/cultura/20160324/40659715462/escritores-alcohol-drogas.html
Eso no tiene nada que ver con los consejos a escritores del mundo pero lo cierto es que tratar de seguirlos puede arruinarte la ilusión de escribir. Teclear. (Qué feo suena). Y las drogas estropean más vidas que agua los caminos.
Un día encontré un blog de una chica muy graciosa que explicaba «10 ERRORES QUE HACEN QUE LA GENTE TIRE TU LIBRO POR LA VENTANA»
https://www.gabriellaliteraria.com/tu-libro-por-la-ventana/
… y no pasa nada. Cometo todos los errores y no pasa na´ porque no tengo libro.
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Vaya, parece ser que al señor King le gusta divertirse, o intentarlo al menos. Es probable que se haya metido cosas peores en el cuerpo que adverbios, pero como cada uno sabe qué le gusta y qué no de todo lo que prueba a lo largo de la vida, nos vale como opinión. Al final, entre todos, hemos acordado que no deja de ser una opinión sobre adverbios (no nos meteremos en la opinión personal sobre lo que se mete cada uno, eso ya el que quiera…).
Después de echar una ojeada al artículo de errores que nos pasas, es normal que todo el que lo lea cometa mil fallos de los que comenta. En realidad parece haber plasmado todos los errores, o lo que se consideran errores, o lo que alguien determinado puede considerar un error, susceptibles de ser cometido por cualquier escritor. El problema es que cada lector es diferente. Sin salir del primer punto del artículo, para no liarnos mucho con el tema: hay lectores que prefieren finales abiertos, y también hay lectores a los que les gustan los finales irónicos. En opinión de estos, un final así no constituye un error del escritor. Suponemos que lo que hay que buscar es un equilibrio: en todos estos consejos de escritura existirán unos cuantos universales, y otros muchos demasiado subjetivos como para ser generalizados. Debemos filtrar, evitar los errores caca y saber gestionar el resto.
Y, oye, si hay que cometer todos los errores para que nos guste nuestro propio texto, ¿quién nos lo impide?
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Es lo que no me gusta y a la vez me gusta de WordPress, que no puedo eliminar mis comentarios. Y el mío tardé en darme cuenta de que no estaba bien. Tienes razón: cada uno puede hacer con su vida, con sus palabras … lo que quiera. No hay que mezclar. 👍
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¡¡Canastos!! ¿Por qué al hacer una crítica la trabajan de tal manera que le llevan a uno a otro mundo? Pues he leído a conciencia la entrada y descubro otro buen argumento en que sustentar los cambios en que trabajo para mi redacción periodística. Disculpen, pero ¿quién carajos nos quito los sentimientos a los periodistas?
Definitivamente es peligroso leerles… y amo los peligros. @Zavala_Ra.
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Tampoco diríamos nosotros que constituya un peligro leernos, pero nos alegramos de que hayas podido extraer algo provechoso de la lectura y, por alusiones, del consejo/sentencia de Mr. King, que es el que ha movido el asunto.
Siempre es un placer, Raúl. ¡Saludos!
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Los adverbios son caca, los adjetivos también. De momento se salvan los nombres y los verbos, pero al tiempo. Gabo, un magnífico narrador, también abogaba por suprimir los signos de puntuación, como Cela, otro monstruo. Por cierto, una vez leí que la cacofonía se da solo en el lenguaje oral, no en el escrito. Todas estas «pontificaciones» sobre el empleo de los diferentes tipos de palabras me recuerda un relato de un autor chino actual, en el que describe una sociedad futura distópica –cómo no, aparte de estar de moda es un escenario habitual de la cienciaficción– en la que el estado todopoderoso va retirando las palabras que considera inapropiadas. Al principio su actuación es en internet, en las reces sociales, pero acaba extendiéndose al lenguaje cotidiano.
Un saludo. Siempre reservo un lugar en mis oraciones para vuestra musa. El feliz reencuentro se avecina, estoy seguro.
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¡Cuán peligroso es el advenimiento de la neolengua! Puede parecer que nos queda lejos ese tipo de censura, pero en este mundo actual te descuidas un momento y ¡hala!, ya te ha quitado los adverbios un autor más. Aunque el asunto puede ser más serio, pues la gente de arriba que piensa prefiere que la gente de abajo no piense, y tristemente es tan cierto en las distopías como en nuestra realidad. Intentaremos entre todos que la riqueza del vocabulario no se vaya deponiendo, pero tampoco sería descabellado que los gobiernos del mundo instaurasen un gravamen económico o punitivo para quien manifieste palabras que le molesten.
Ah, bueno, si eso se lleva haciendo durante toda la historia. Quieren instaurar una neolengua, pero no acaban de dar con la tecla…
Mientras tanto, procuremos escribir las mejores historias que seamos capaces, comuniquemos al mundo lo que llevemos dentro, y, si eso lleva adverbios, guardémonos la libertad de utilizarlos o de no hacerlo, pero sin censurarlos por prohibición. Free adverbs!!!
No sufras, amigo Sergio: a medio o (más bien) largo plazo sabemos que la musa nos brindará su presencia y nos permitirá continuar y rematar proyectos todavía inconclusos. Cuando aparezca, le preguntaremos si escuchó tus oraciones.
Y si nos dice que no, te mentiremos diciendo que sí lo hizo.
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¡Qué bueno! Me ha encantado. Casualmente, leí el libro de Stephen King (Mientras escribo) hace un par de años). Muy interesante lo que dice, pero, obviamente, no sigo su consejo… yo sigo usando adverbios…;)
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La verdad es que por aquí no hemos leído el ejemplar de marras de Mr. King, pero, así a bote pronto, sentencias tan rotundas como la de los adverbios no parecen las más adecuadas para convencer a alguien de que su uso es erróneo. De todas formas parece que estamos todos de acuerdo: vale, señor King, procuraremos no pasarnos de adverbios… pero, por si acaso, no lea usted lo que escribimos y créase que lo hacemos bien, porque los vamos a seguir empleando.
Muchas gracias por tu comentario, Rosa. ¡Un saludo!
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Una pasada. Aprendiendo 😊
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Pues eso: ¿qué es la vida, sino un continuo aprendizaje? Aunque bien lo sabéis vosotros ya, aprendiendo cada vez más con cada rincón que visitáis… y necesitando adverbios para describirlo todo.
Gracias por la visita, ¡un saludo!
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O puede ser que Oscar Wilde supiera sobre la «regla aplicada a los adverbios» y le importara un pimiento (o dos o tres) cuando leí su biografía indicaba que no era una persona complaciente ni amante de las etiquetas ni los convencionalismos, ¡si es que era el mismo diablo para sus contemporáneos!
La inspiración les vendrá en forma de fichas y con los adverbios necesarios no se preocupen, sino pongan en práctica el consejo de Jarmusch de robar ideas de aquí y allá. Asique lo cito:
«Nada es original. Roba de cualquier lado que resuene con inspiración o que impulse tu imaginación. Devora películas viejas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones aleatorias, arquitectura, puentes, señales de tránsito, árboles, nubes, masas de agua, luces y sombras. Selecciona sólo cosas para robar que hablen directamente a tu alma. Si haces esto, tu trabajo (y robo) será auténtico. La autenticidad es incalculable; la originalidad es inexistente. Y no te molestes en ocultar tu robo, celébralo si tienes ganas. En cualquier caso, siempre recuerda lo que dijo Jean-Luc Godard: “No es de donde sacas las cosas, es en donde las pones.”» Jim Jarmusch- The Golden Rules of Filming.
Saludos 🙂 muy buena entrada como siempre.
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A ver si lo que ocurre es que Jarmusch es un vago y en vez de esforzarse por tener ideas originales prefiere que se las den hechas… Es que con formación documental (y autor plagiado en archivística, que el trauma debe venir de esto), cada vez que alguien dice que robar ideas es bueno me salta una alarma que ni la de Mr. King al leer «Mi mente me ordena vehementemente que alimente mis ideas y las fomente, evidentemente».
Pues tu teoría sobre Oscar Wilde debe ser la buena. Es decir, es probable que no tuviese ni idea de la doctrina King, pero si la hubiese conocido también le daría lo mismo. Igual, por llevar la contraria nada más, hasta le hubiese cambiado el titulo al libro, renombrado como «Dorian Gray, retratadamente», y, en letras pequeñas, «Chúpate esa, Stephen».
¡Saludos, Coremi!
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Jajaja, esa última parte del comentario es muuy Oscar Wilde, estoy segura que habría hecho eso para delicia de sus lectores. Saludos de vuelta 🙂
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A mí normalmente las «normas» me suelen hacer reír intensamente. buena entrada. ¡Nos leemos!
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Si las normas ya están para saltárselas, parece claro que las meras opiniones de una persona respecto a usar un tipo de palabra concreto se pueden obviar con una sonrisa.
Gracias por pasarte, ¡un saludo!
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Pingback: Una terrible visión – Las crónicas del Otro Mundo
Me he reído bastante leyendo este post. En mi caso cuando escribo tengo que contenerme con los adverbios y a los adjetivos también me cuesta mantenerlos a raya, malditos condenados. Culpa de Mr. King y Mientras escribo, of course.
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Si algo no se le puede negar a Mr. King es que nos ha fastidiado un poquito la vida a todos, todos, los que nos gusta escribir a ratos, y siempre tiene mucho mérito poner de acuerdo a tanta gente de distinta ideología, raza, género, credo y gustos culinarios (suponemos).
Gracias por pasarte, ¡un saludo!
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Excelentes recomendaciones literarias. Gracias por seguir mi blog, responderé con un follow también. Saludos desde Villahermosa
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Gracias a ti por pasarte, Alejandro. ¡Un saludo!
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SIEMPRE están las crónicas ahiii sus likes. Hola vuelvo y diré con lo q a mi me gusta comentar….que es excelente la reflexión. Añadiré que en este momento de mi vida es una meta AMANECER cada día…y parafraseando al mencionado Óscar Wilde y su «puedo resistir todo menos la tentación «…te diré que puedo resistir ya mucho….pero nunca la tentación de volver a la mágica blogosfera y a este blog. Un fuerte abrazo
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De momento seguimos al pie del cañón, sí, y todo lo atentos que podemos a los blogs que seguimos (aunque sois demasiados, a veces se nos escapáis…). Esperamos poner nuestro granito de arena como el resto de blogosfera y vayas dando pasitos para superar las dificultades que la vida nos interpone. Mucho ánimo, y abrazos de vuelta.
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NuevaMENTE, me han hecho reír mucho. Dicen que «la doctrina Mr. King no se aplica con efecto retroactivo», jeje. Leyendo a los clásicos, estas «normas» modernas no se encuentran con frecuencia. Y todavía sigo llevando conmigo LCDM (ya ha viajado la criatura que no veas…) sin avanzar por culpa de quien suscribe. Pero, aunque a mi me machacaron en la Uni con los «no -mente» y varias cositas más, no existe nada que me llene más de adrenalina que saltar las normas (como buena acuariana). Cuando es a propósito, ¡brindemos! ja,ja.
Abrazo a los dos, que conscienteMENTE saben reírse de sí mismos (listo, mundo ganado: en este y en el otro) 😉
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¡Utilicemos más que nunca los adverbios acabados en mente como símbolo de resistencia! Frecuentemente los utilizamos indiscriminadamente y nos congratula, independientemente de lo que opine Mr. King, mente mente mente.
¡Abrazos para ti, tus visitas son un privilegio, mente mente!
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Jajajaja, que todo sea con mente, pos cla! Es más, podemos usar pancartas y salir al grito de «no me roben los -mente» 😉
El Sr King no nos lee… de eso podemos estar seguros.
Muchas gracias, ¡abrazos de vuelta!
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Casualmente…en estos meses de silencio he leído, entre otros muchos, ese libro de Stephen King. Hacía tempo que no me reía tanto con una lectura. Me encantó poder descubrir su vena cómica.
Pero bueno, con respecto a los adverbios, él mismo dice que el objetivo de escribir, no es la perfección gramatical, sino contar una historia.
Me gustó mucho leer, que es un fiel defensor de usar el verbo «dijo» en los diálogos, y de no intentar parecer culto sustituyéndolo por cualquier otro.
Quizás ese sea el motivo por el cual gusta tanto este escritor, porque nos cuenta sus historias usando un vocabulario coloquial. No te ves con la necesidad de tener un diccionario a mano. Te sumerges simplemente en la historia y en sus personajes, sin ningún tipo de distracciones por el léxico usado o por todo el trabajo de investigación que haya hecho el autor y que a toda costa quiera que lo sepas… Nuestra atención como lectores, está puesta en la historia y sus personajes.
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