Una cuestión de gravedad

life
La vida es un parpadeo de luz en la oscuridad

Life is a winking light in the darkness

Hayao Miyazaki

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Sentía la resistencia que mi cuerpo hacía contra el viento ­en aquella aspiradora gigante, en aquel espacio vacuo donde todos los cuerpos eran atraídos por igual hacia el centro de masas terrestre. Sentía la luz del sol girando en torno a mí, circundando mi cuerpo de manera constante. Sentía sus rayos traspasando mis parpados cerrados con cada rotación, con cada giro sin control que iba trazando a medida que me sumía cada vez más en aquel abyecto pozo de atracción infinita. Y en mi egocentrismo me negaba a aceptarlo, pensando que era el mundo el que giraba a mi alrededor, que los espacios planetarios e incluso, aquella fuerza que me atraía hacia el abismo y que nació de la singularidad en los primeros instantes del universo, no tenían más justificación que mi sola existencia; aunque en realidad, no era más que una subpartícula de aquel universo, un necio que ignoraba que el único que daba vueltas como una estúpida noria, era yo mismo en aquella caída libre.

         Con todo ello, desconociendo la difícil tesitura en la que me hallaba, mi cerebro seguía trabajando de la misma forma que de costumbre: seguía haciendo planes de futuro, proyectando mi yo en un espacio temporal del que no sabía absolutamente nada. Me seguía preocupando de un mañana que seguramente nunca existiría.

          Abrí los ojos y descubrí horrorizado la verdad. Y todos aquellos planes, todas aquellas promesas desaparecieron ante la evidencia: iba a estrellarme contra el suelo irremediablemente. Y en mi desesperación traté de zafarme de aquel feroz vórtice, luché contra el vacío de horizontes infinitos con enérgicos movimientos, pero no conseguí otra cosa que fatigarme y descontrolar todavía más aquella caída con aceleración constante. Fue entonces que me fijé que no me desplomaba solo, que habían muchos otros que lo hacían junto a mí, y que a pesar de compartir el mismo trágico destino, parecían mostrar actitudes muy diferentes entre ellos: algunos lloraban y se angustiaban ante la certeza del impacto mortal, otros se resignaban, limitándose a mantener el máximo tiempo posible aquella caída, abriendo los brazos y piernas para hacer mayor resistencia contra el viento. Algunos, como yo, simplemente se dejaban caer sin un atisbo de esperanza en sus rostros, girando cabeza abajo, cansados, sin encontrar ya motivos para seguir luchando. Sin embargo, entre toda aquella amalgama de hombres y mujeres que se precipitaban segundo a segundo contra el suelo, habían unos cuantos locos que se dedicaban a dar piruetas y cabriolas en el aire, que parecían estar disfrutando de aquella trágica situación. Se reían y lanzaban sonoras risotadas al espacio por el que descendían, despreocupados, asumiendo que no podían hacer nada por evitar lo inevitable, que al fin y al cabo la vida para ellos no era otra cosa que una caída más o menos controlada, metro tras metro, día tras día, gravedad o tiempo no les importaba, si nada, absolutamente nada pasará más allá del suelo. Que lo único importante era disfrutar de aquella experiencia, efímera si cabe, y hacerla lo más explosiva y espectacular posible, vivir lo que para ellos era simplemente… una vida perfecta.

39 comentarios en “Una cuestión de gravedad

  1. Pingback: Una cuestión de gravedad – Manuel Aguilar

  2. Podría hacer un comentario, reflexión profunda, sobre el origen de la caída, sus motivos —obvia a la gravedad, por favor: todos la conocemos—, sobre la posibilidad de la asfixia cuando se cae desde demasiada altura…
    Podría también conformarme, resignarme a no contestar, a olvidarme de lo leído, y plañir lo que me hace sentir.
    O, finalmente, contestar como lo harían los personajes de F. Ibáñez, «el magno»: «Todos juntos en unión hasta darnos el gran morrón».

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  3. Pingback: Una cuestión de gravedad – Espacio de Arpon Files

  4. Eso es la vida, una caída a tumba abierta, con más o menos fortuna en el trayecto pero con el mismo desenlace al final, así que lo mejor es hacer la caída lo más llevadera posible.
    Me ha gustado mucho la manera de plantear este montaje que es el vivir.
    ¿Qué tal se va criando el pequeño?
    Un abrazo.

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  5. Bonjour en ce dimanche 11 décembre

    La froide saison
    c’est la douce chaleur du foyer,
    c’est la famille retrouvée
    et la bonne humeur.
    Puisse ce Noël à venir se prolonger
    durant toute l’année

    Belle nouvelle et heureuse année 2017

    Quelle te soit de santé et de bonheur

    Gros bisous et encore joyeux Noël et meilleur

    On se réchauffe en toute amitié

    A bientôt

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  6. Bonjour

    Dans un cadre chaleureux
    L’Amitié est une maison
    Accueillante et agréable
    Il suffit d’ouvrir la porte de son cœur
    Pour offrir le meilleur de soi-même
    Je te souhaite une bonne journée

    Une belle semaine

    Gros bisous

    Une rose d’amitié à t’offrir

    Bernard

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    1. De Primavera

      Era el dia de mi cumpleaños cuando te escribo esto, y estaba muy amoroso. La canción solo se la ofrezco a los que se lo necesite, justamente 3 personas en mi vida. A ti te la di sin conocerte, seguro que te la mereces, pero todavia no te conozco. Cuando realmente sienta esto que dice la canción, volveré a incluirla en algun comentario. Mientras tanto, arte berri on!!!!

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  7. Pingback: Una cuestión de gravedad – videlmonuñeztarrillo

  8. Un relato sencillo pero dotado de profundidad. Entré a leerlo por la referencia a Miyazaki, pero ya he visto que es algo secundario.

    Me ha gustado, pero para añadir algo de veracidad hubiese incluido a algún sujeto desmayado que se perdiera toda la fiesta. También quiero ponerme quisquilloso con el inicio, ya que el protagonista está sumido en un giro descontrolado que también suele ser causa de desmayo en caídas libres. Por todo lo demás, muy correcto y trascendental.

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