El alzamiento

Cuando te precipitas por un pozo invisible en el cual era imposible caer. Cuando te sumes en un diccionario en el cual las únicas palabras que aparecen resultan sombrías, y tan solo eres capaz de encontrar sinónimos de vocablos que nunca te gustaron, una hueste de soldados cuyos nombres comienzan inexorablemente por el cruel prefijo des- tales como desazón, desesperanza, desesperación, desmoralización, desánimo… Cuando la depresión te gana la batalla en cualquiera de sus vertientes, con su avanzadilla como estado anímico o su colonización como patología diagnosticada, habiendo capitulado ante la misma antes siquiera de concebir levantarte en armas contra ella. Cuando solo hay oscuridad, una eterna caída hacia ninguna parte; solo hay una persona que ni siquiera es capaz de captar ninguna imagen que no sea un abismo en tinieblas, con un silencio monocorde como único sonido en el mundo.

Eso es hundimiento.

Cuando al despegar los párpados por enésima vez constatas que tus ojos ya se han acostumbrado a la oscuridad del pozo, confirmando la llegada al final del precipicio, para simplemente comprobar que el abrupto descenso ha concluido y que ese estado ha de ser tu nuevo hogar. Cuando aceptas la derrota como tu única opción, y permaneces derrumbado esperando a recuperar una completa visibilidad con el único objeto de poder ver la vida pasar. Cuando miras tus manos despellejadas, sientes tus huesos quebrados y notas como se desangra tu corazón, y decides volver a contemplarlos sin otra intención que recordarte una y otra vez que esa es la única vida que vas a conocer. Cuando los días son tan oscuros como la noche, y no solo no te cuestionas por qué ha dejado de brillar el sol, sino que prefieres que no lo haga nunca más.

Eso es rendición.

Cuando te das cuenta de que para el mundo nada ha cambiado excepto tú, y tomas plena conciencia de que seguirá girando aunque no logres ponerte en pie, lo cual te obliga a incorporarte por mera inercia aunque no entiendas muy bien por qué de repente te encuentras erguido. Cuando no le encuentras mucho sentido a la vida que bulle a tu alrededor pero simplemente te integras en ella, sin alegría ni emoción, pero te unes sin más a la misma sin tener una razón para ello que realmente te convenza. Cuando las noches son duras y los días meramente pasables. Cuando la pena cohabita en tu corazón junto a la rutina que en ocasiones la atenúa. Cuando te mimetizas en un mundo al que ya no le tienes apego, que no te ilusiona, al que no le importa lo más mínimo haberte maltratado despiadadamente sin tú haber hecho nada por merecerlo, sin apenas haberte dado cuenta de que no sigues tirado en aquel pozo en el que apenas tenías fuerzas para respirar sin que sintieras un dolor atroz tras cada inspiración.

Eso es supervivencia.

Cuando te niegas a ello. Cuando un día te sorprende esa revelación que había estado desde el principio delante de tus ojos sin que tu cerebro fuera capaz de traducir impulso nervioso alguno que le diera forma en tu cabeza. Cuando mandas a la mierda uno a uno todos los escombros que se habían abalanzado sobre ti aplastándote, dándote cuenta de que si los vas levantando por separado conseguirás escapar en algún momento.

Eso es alzamiento.

Cuando el odio o la desesperación o la impotencia implosionan súbitamente para hacerte comprender que ser feliz es la mejor venganza, que empeñarse en vivir no es más sencillo pero sí obligatorio, que en tus planes nunca entró que el mundo te fagocitara y menos por culpa de alguien o algo que no merece ni un mero suspiro.

Eso es alzamiento.

Y como si se tratara del advenimiento del mismísimo Rozner, allí apareció.

El coronel Víctor.

Para todos los arqueros (Axel estaba seguro de que todos y cada uno de los canes soldados allí presentes pensaban lo mismo que él) era como si hubiera escapado de las garras de la muerte una vez difunto. Era una resurrección. En el ejército, cuando se deshacían de alguien, ese alguien no volvía a aparecer jamás.

Pero la grandeza del coronel Víctor era tan descomunal que era imposible hacerlo desaparecer.

Toda la alteración visceral que habían albergado todos ellos desde hacía unos días se disipó en la niebla del discernimiento y nunca más se supo de ella.

Soldados: créanme cuando les digo que es un placer volver a verles. Sé que ninguno de ustedes me esperaba ya.

Axel estaba tan obnubilado con la imprevista aparición del único y auténtico líder de los arqueros que sus palabras llegaron a sobresaltarlo por no esperadas.

Mientras todos los perros que allí concurrían permanecían maravillados, excepto el teniente Dexter, que ya habría tenido tiempo de asimilar la presencia del coronel, Víctor prosiguió.

He de confiarles una misión, una misión que no están obligados a realizar dado que yo fui relevado del mando de nuestro glorioso cuerpo. Una misión noble, no obstante. Una misión que solo acometerán los que estén dispuestos a dejarse hasta la última gota de sangre por preservar la integridad de la República. —Cuando parecía que había acabado su introducción, añadió una última frase—. Y cuando digo dejarse hasta la última gota de sangre, lo hago de forma literal.

A continuación, aquel dóberman al que todos los asistentes veneraban por alguna inexplicable razón (Axel había comprobado recientemente que se podía odiar con toda el alma a un superior) les contó que el resto de estados iba a realizar un levantamiento militar a gran escala contra la ciudad, y que, al mismo tiempo, el propio ejército capitalino iba a dar un golpe de Estado contra el Gobierno electo.

Y acto seguido, les propuso luchar contra ambos bandos.

Les confesó que morirían todos.

Eso era algo de lo que ya se habían dado cuenta todos los arqueros tras escuchar su plática.

Les dijo que valdría la pena.

Y todos ellos, prácticamente idiotizados ante su grandeza, le creyeron.”

Cuando el coronel Víctor arengó a sus arqueros sin ocultarles que les dirigía hacia una revolución a la que jamás lograrían sobrevivir, y les hizo entender que existir para aquello valdría la pena. Eso es alzamiento.

Cuando la persona en la que más confiabas en el mundo te clava un puñal por la espalda, sin esforzarse demasiado en ocultar que no le ha costado demasiado traicionarte, y tras desplomarse el cielo sobre ti te levantas y logras seguir adelante. Eso es alzamiento.

Cuando simple y llanamente te hundes, porque eres así, porque lo tienes integrado en tu ADN y estás biológicamente predeterminado para capitular ante el mundo que te rodea, pero por una súbita inspiración terrenal o divina desentierras una visceral rebeldía cuya ubicación nunca tuviste, y te convences de que mereces vivir. Eso es alzamiento.

Cuando eres una hormiguita infeliz a la que zancadillean, una víctima colateral de la existencia de una persona que jamás valdrá la pena, una errónea diana más del peor arquero de la historia, un alma cándida de la que muchos se supieron aprovechar sabiendo que podrían pisotearla tras exprimir todos sus recursos, pero te niegas a que los malos venzan, te niegas a perder aunque el mundo te haya estafado, te niegas a seguir tirado en el fondo del pozo por mucho que sigan cayendo piedras desde lo alto tratando finalmente de lapidarte; cuando te niegas al hundimiento, te niegas a la rendición, te niegas a una mera supervivencia,

tú eres el alzamiento.

49 comentarios en “El alzamiento

  1. Pingback: El alzamiento – Manuel Aguilar

    1. Nunca es demasiado temprano para alzarse y mejorar, es eso?… El potencial alzamiento siempre está ahí y se puede intentar alcanzar te encuentres donde te encuentres; desgraciadamente fases como el hundimiento existen a nuestro alrededor, y debían encontrarse plasmadas en la entrada.
      Pero jamás renunciemos al alzamiento!
      Otro beso para ti

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  2. Pingback: FEATURED: El alzamiento | ' Ace Friends News '

  3. bonsoir

    Un détour par chez toi

    l’amitié est une bonne confiance

    Que l’on partage à deux

    Avec une tendresse

    Des fous rires

    De l’écoute

    Des écris sur les pages des blogs

    Surtout la santé pour faire que notre amitié ne s’efface pas

    Belle soirée bises et belle semaine

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  4. Bonsoir JEUNE FILLE
    Je viens te chanter un air d’amitié
    Celui-ci ,je l’ai écouté et je viens te le fredonner

    TITRE
    Mon chant d’amitié
    Celui sait transformé en une douce mélodie
    Dans ses mots on pouvait entendre le refrain


    Belle soirée à toi et ta famille

    Une belle semaine
    avec une bise de douceur
    Bernard

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