Un hallazgo inesperado

el viaje

Muchos de nosotros hayamos oído alguna vez que no es tan importante el destino como el viaje en sí. Que no es lo mismo tomar un avión de Madrid a Roma, que lanzarse a conducir  los casi dos mil kilómetros que separan ambas ciudades por carretera. Que no es lo mismo ver el ala del avión durante dos horas y media, que cruzar las vastas soledades de Aragón, bordear los agrestes pirineos catalanes y más allá de sus ciclópeas montañas, descubrir la alegre campiña francesa abriéndose camino entre exultantes y casi infinitas plantaciones de viñedos. Descubrir el mar con cada nueva ola, con el asombro entusiasmado de un niño, y contemplar de qué manera se aferran los mochos y destartalados pinares a la vida que le dan las rocas, cómo nacen zurcidos al mismísimo filo de los acantilados, ribeteándolos de un hermosísimo color verde esperanza. Que no es lo mismo esperar por un nuevo retraso, sentado frente a la puerta de embarque, que tomarse un alto en el camino y descansar en algunas de las plazas de Montpellier, Niza o Marsella, para después retomar nuestro camino, dejando el ondulante mar siempre a nuestra derecha, hasta alcanzar Génova y más allá, continuar perdiéndonos por la toscana italiana hasta llegar por fin a la Ciudad Eterna.

Seguramente, después de tan fascinante viaje, hayamos guardado en nuestro recuerdo muchos más detalles y anécdotas del camino recorrido, de los inmensos horizontes que observábamos mientras avanzábamos despreocupados, jugando con nuestra mano en el viento, siguiendo la dirección en la que el cielo siempre pierde su color al atardecer, que de las grandiosas ruinas del Coliseo o de la mismísima Fontana de Trevi.

Seguramente, tomando la segunda opción, hayamos tenido la posibilidad de experimentar más emociones, hayamos descubierto más cosas de nosotros mismos que ni siquiera conocíamos, que si hubiéramos decidido tomar el siempre rápido y confortable avión.

A esto se le llama <<serendipia>>: hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual, mientras se está buscando otra cosa distinta.

Este término proviene de Serendipity, que en el siglo XVIII, fue acuñado por el escritor inglés Horace Walpole en una de sus cartas, en la que hablaba sobre un antiguo cuento persa llamado: ‘Los tres príncipes de Serendip‘  —Serendip es la actual Sri Lanka—. En él se cuenta que el rey de aquellas lejanas tierras, mandó un día a sus tres hijos a que recorrieran el mundo, con el único objetivo de que no volvieran hasta haber conseguido toda suerte de objetos valiosos que pudieran resultar imprescindibles para su reino. Los príncipes deambularon por el mundo en un viaje fascinante, visitando todas las aldeas en busca de aquellos tesoros, y no obstante, tuvieron tantas y notables experiencias en su incansable búsqueda, que cuando finalmente regresaron, se encontraron con que habían hecho hallazgos mucho más valiosos que los que su padre les había pedido en un primer momento.

Llegados a este punto, es fácil hacer una analogía entre ambas maneras de viajar y la forma que tenemos de entender nuestra propia vida. Para algunos el éxito será cumplir en la medida de lo posible todos los objetivos, tratando de satisfacer todas las expectativas generadas por nosotros mismos o que nos son impuestas por los demás. Pero en ese caso, ¿podríamos considerar que nuestras aspiraciones no son más que un ansia constante por cubrir destinos, ir de una ciudad a otra siempre en avión, cuanto más rápido y lejos mejor, hacernos el selfie de rigor y volvernos a toda prisa, sin deparar en el viaje, en el inmenso regalo que se nos hace cada día?  Y si así fuera, ¿qué hay más allá de esos hitos que nos marcamos como metas?

Por otro lado, estarán los que piensan que el éxito radica en la experiencia, en aprender del camino, en desgranar cada una de las emociones y sentimientos, en dejar que los tiempos de maduración del aprendizaje afiancen el conocimiento hasta hacerlo suyo, y comprobar que al final del camino tan solo hay un letrero marcando una nueva dirección; un nuevo camino que recorrer y por lo tanto, la posibilidad de tener nuevas y mejores experiencias.

Probablemente estén en lo cierto los que aseguran que el azar afortunado suele sonreír al esfuerzo perseverante, y que la fortuna es de quien la persigue con ahínco. Pero también es cierto que no existe un camino que no se cruce con otros, que no se divida y que no muestre más que una única dirección. Obcecarse en un propósito puede no ser la mejor opción cuando se cuentan con varias alternativas; a veces encuentra más el que se pierde. Además, cabe no olvidar, que los mayores logros de la ciencia y de la humanidad se han producido casi por casualidad. Que Fleming investigaba la gripe en 1928, cuando se dio cuenta que un extraño moho crecía en sus placas, matando a la bacteria que cultivaba en él, descubriendo así la penicilina. Que el propio Einstein reconoció en más de una ocasión que algunos de sus más grandes descubrimientos se debían en gran parte a la increíble casualidad, y así un larguísimo etcétera, en donde el patrón se repite una y otra vez: grandes figuras de la humanidad que comenzaron tratando de encontrar respuestas a un dilema, y acabaron encontrando una respuesta mucho mayor. Que Colón cruzó el Atlántico en busca de las Indias y terminó descubriendo América, o que simplemente, las cosas más maravillosas de esta vida llegan siempre sin avisar. Que se puede comenzar a escribir un libro y terminar reencontrándote con un gran amigo.

Disfrutad del viaje y nos vemos en la próxima parada. ; )

Fragmento del capítulo 2: El viaje.

<<Los muros del centro quedaron atrás al pasar por la puerta principal de acceso al recinto. El mundo se mostraba ante sus ojos por primera vez, y lo hacía sin miramientos y con todo su inmenso esplendor. Era una mañana despejada del mes de septiembre, y aunque el verano todavía no había quedado atrás, ya comenzaba a sentirse el frío del cercano otoño abriéndose paso en las primeras horas de la mañana. Las montañas cercanas mostraban sus cimas despejadas, ansiosas por recibir las primeras nieves, tendiendo sobre sus faldas los verdes mantos con los que cubrían sus largos desprendimientos. El coche siguió por una eterna carretera, que serpenteaba entre los espesos bosques de coníferas que se extendían por los valles más próximos. El centro de investigación estaba bastante alejado del núcleo urbano más cercano, y se enclavaba en las montañas, en un lugar recóndito y de difícil acceso, en un intento por no ser perturbado en su apático nicho de soledad.

Todo aquello era difícilmente digerido por el aletargado cerebro de Hopper, que estampaba la ñata contra el vidrio, abriendo de par en par sus ojos a aquellas imágenes que se movían en la misma dirección y a velocidades distintas, según se encontraran más o menos cerca. Las nubes deambulaban perezosas por el cielo y eran atravesadas por la estela de un lejano avión, que iba trazando tras su cola una blanca y deshilachada línea de vapor condensado.

La mujer de ojos claros lo observaba sonriente, sabedora de la agitación que el pequeño estaba experimentando ante aquella explosión de información sensorial, que estaba inundando de frenética actividad cada neurona.>>

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56 comentarios en “Un hallazgo inesperado

  1. Qué preciosidad de post.
    Ya nada más empezar se me han puesto los pelos de punta con la descripción del viaje. Y ya acercándonos al final… tienes toda la razón: a veces tendemos a vivir las cosas pensando únicamente en presumir (de ahí el momento selfie), sin darnos cuenta de que seguramente estemos dando la espalda a otras cosas, muchísimo más bonitas y que se quedarán en nuestra experiencia y memoria, y que son cien veces más valiosas.
    Un abrazo fuerte!

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    1. Hola ragdoll54, me alegro mucho de que el texto te haya hecho sentir tantas emociones. Sin duda estoy de acuerdo contigo; siempre se debería prestar más atención al escenario que te rodea que al objetivo de la cámara. En muchas ocasiones, tras un viaje, ocurre que cuando muestras las fotos o vídeos a tus amigos o familiares, te apresuras a añadir más detalles, ya que en el fondo sabes que esos píxeles, ese audio comprimido, es incapaz de reproducir fidedignamente aquella vivencia. ¡Un abrazo para ti también!

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  2. Thank you for posting, The way you describe traveling through Europe sounds lovely. I’ve got a couple of European destinations on my «bucket list.» Scotland, Ireland, England, Spain, Italy, France… Mostly I’m interested in people, food and finally, scenery, not so much the actual travel but the time spent being there. ~DM

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    1. Seguramente seamos de ese reducido sesgo de la población que no entiende lo que significa «viaje de placer». Aunque está claro que sí sabemos de qué va, preferimos descartarlo de todas maneras, ya que vemos el viaje como un proceso de aprendizaje, una forma de crecer como personas, de realizarnos, y aunque como tú bien dices, este camino puede llegar a ser tormentoso, estamos convencidos de que encontraremos aunque sea una respuesta, una enseñanza que nos será de gran valor en nuestra vida. ¡Un saludo!

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    1. Buenas Lluis Manuel. Es una suerte contar con ese tipo de experiencias. En este vertiginoso modelo de vida apenas ya queda lugar para perderse, apenas tenemos tiempo para nosotros mismos, y cada vez, este número de viajes se van volviendo más escasos a medida que nosotros mismos, y nuestro propio entorno, se va volviendo más y más sofisticado. Aun así, esa sensación de libertad, ese recuerdo, como expones, es algo que nunca se olvida. De ahí la importancia de aprovechar cada momento, cada segundo que uno tiene para poder viajar y simplemente perderse. Un saludo y gracias por animarte a comentar.

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    1. Supongo que es el modelo que intentan vendernos. Un trabajo con objetivos, unas vacaciones con objetivos, una vida con objetivos. Focalizar, reducir la visión periférica, alinearnos lo máximo posible. Vender ofertas turísticas para llegar, llegar y llegar, pero como ponías en el comentario: “¿a dónde?”. Pues creo que la mayoría de veces a un escenario artificial y masificado. Los destinos turísticos, si algo tienen es eso: turísticos.

      No obstante cada uno elige la forma que más le conviene. Y no, para nada creo que tu Nick te haga justicia. Tus reflexiones no son nada irrelevantes. ¡Un saludo!

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    1. Gracias a ti Vanesa. Seguramente hay un tiempo para cada cosa. Ir en avión es genial, te permite alcanzar destinos lejanos, exóticos, descubrir nuevos horizontes inimaginables. Pero creo que no se debe perder nunca la visión formadora del viaje. Disfrutar desde el minuto uno, y no solo cuando ya se ha alcanzado el destino. Un saludo.

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    1. Buenas Safo Durher. Creo que con esa cita de tu abuelo todas las demás palabras que he escrito en esta entrada sobran. Resume a la perfección gran parte del mensaje y me emociona en gran medida tu comentario. Sin duda para mí ha sido una serendipia. Somos nosotros los que nos sentimos agradecidos. Un saludo.

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  3. Pingback: Un hallazgo inesperado – Manuel Aguilar

  4. Hi! Thanks for the likes! I am getting more Spanish amigos nowadays and I think my nose is already bleeding ~ trying to understand your posts via google translate.

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  5. Acabo de descubriros gracias a este artículo mientras buscaba otro tipo de crónicas. He aquí otra serendipia virtual que se suma a los comentarios.

    La vida es, en cierto modo, como un libro de esos que solíamos leer de pequeños de «Elige tu propia aventura». Hace poco me inspiré precisamente en esta idea y publiqué un breve desvarío sobre ello.
    Está llena de opciones. Y qué difícil es escoger a veces. Sobre todo hoy, cuando la ansia de consumir la vida lo más rápida e intensamente posible está a la orden del día. No somos conscientes de cómo la tecnología ha cambiado las páginas de nuestro viaje.

    Magnífico Jeff Buckley, ¡gracias!

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  6. Muy buena entrada, y sobre todo muy bien empezada, así se consiguen lectores.

    Además de pasarme por tu blog para ver que novedades traías, me pasaba para recordarte que me puedes votar en los Premios 20 Blogs. Te lo agradeceria mucho. Saludos.

    Vídeo promoción: https://www.youtube.com/watch?v=ksdkSaMfuZY

    Aquí puedes ver las instrucciones: https://historiasconhachedeherce.wordpress.com/2016/02/12/ayudame-en-los-premios20blogs/

    Enlace para votarme: http://lablogoteca.20minutos.es/historias-con-hache-de-herce-46853/0/#vota

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  7. Bonsoir
    Vois-tu l’amitié est la plus belle des pensées avec l’amour
    Cet Amitié entre nous et un petit mot
    Qui veux dire tant de choses
    Mon petit passage pour te souhaiter
    une agréable soirée
    Je t’envoie une pluie de tendresse
    Sur un nuage de bisous parfumés
    Profite bien ,,, Bernard

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  8. amadaestrella

    Reblogueó esto en amadaestrellay comentado:
    Me gustó mucho este post de Carlos López…»Un hallazgo inesperado». Me parece fascinante la noción de Serendipity. De hecho hay una película con ese nombre que tal vez no sea muy buena, pero me llama la atención el tema de las «señales» que están siempre a nuestro alrededor intentando comunicarnos algo. Creo que hay que prestarle más atención a cada momento, enfocarnos en el ahora y preguntarnos porqué sucede lo que sucede en un momento específico…

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    1. Muchas gracias amadaestrella por creer que el texto era tan reseñable que merecía ser compartido. La fascinación que despierta el fenómeno de la serendipia, quizás se deba al hecho de suponer que este tipo de casualidades, este tipo de hallazgos sorpresivos, no sean tan fortuitos al fin y al cabo. Sin duda hay que saber escuchar, ver e interpretar las señales, tal y como expones en tu comentario, pero quizás esto sea lo más difícil de todo, y quizás también, lo que lo haga tan maravilloso. ¡Un saludo!

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  10. Pingback: Un hallazgo inesperado | Space van Yasmin Damaro

    1. Hola Amalaidea. Me siento completamente identificado con tu comentario, me encanta esa manera de viajar en la que el destino cambia de manera repentina en una intersección, en donde guiados por el impulso y tras consultar el mapa, descartamos el camino que deberíamos seguir para aventurarnos por otro totalmente desconocido. Quizás los mapas solo sirvan para perderse. Y sí, yo también prefiero ser una senda 😉 Un saludo!

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  11. Pingback: Un hallazgo inesperado | FRANKYSPOILER´SCRT

  12. Es lo primero que leo de tu autoría, si no es porque llegaste a mi humilde y recién comenzado blogs, no tendría el placer de haber conocido de tu escritura. Ésta, particularmente habla de esa verdad de disfrutar a cabalidad los instantes que pasan por nuestra retina, no es sólo en un viaje, es en día a día que también se debe aplicar.
    El ser conscientes de cada momento de nuestra vida, disfrutar de lo que la vida nos da y de todo aquél que interactúe con uno. De todo y de todos hemos de apreciar, pues la belleza de la vida está en esos detalles.
    El fragmento que muestras es la sinonimia en relato, me gusta.
    Continuaré deambulando por tus letras.
    Ha sido un honor que estuvieras en las mías.
    El placer de leer es impagable, pues me abre un mundo nuevo.
    Gracias.
    Feliz domingo.

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    1. Hola Viviana, me emociona saber que esta entrada —publicada hace ya algún tiempo—, todavía sigue produciendo este tipo de sentimientos.

      Sin duda no hay viaje más emocionante que nuestra propia vida, de él nacen, parten y se bifurcan todas las demás posibilidades, todos los demás viajes, pero al fin y al cabo, siempre supeditados a esa gran raíz que es nuestra propia existencia.

      No se debe menospreciar ni un solo día, segundo o minuto, por más grande que sea la desidia que podamos llegar a sentir en un determinado momento de nuestro viaje, ya que estaremos cayendo en el error de denostar algo que es irrepetible y único, como lo es el brillo de una estrella.

      Muchas gracias por tu comentario. ¡Seguimos leyéndonos!

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